“Florentino Pérez
ha sido el “gran conseguidor” del negocio de la construcción en España. El
mejor “lobbysta” del país”
¿Cuándo supiste que querías ser periodista?
Frustrado porque no conseguía sacar adelante la carrera de
Ingeniero Industrial, una noche repasé con mi tío una larga serie de posibles
profesiones. Al dar con el periodismo, él dijo que esa podía ser ideal para mí,
que por entonces (19 años) practicaba atletismo de competición. Fue una
casualidad. Yo no fui al periodismo. El periodismo vino a mí.
¿Desde pequeño
escribías?
Poco. Yo era de ciencias y de números. Mi padre quería
que continuara la empresa familia, una trefilería donde convertíamos el hierro
en varillas de cobre. Mi primer trabajo con 14 años fue ese: descargar bobinas
de 50 kilos, bañarlas en ácido sulfúrico, trefilarlas y convertirlas en
pequeñas varillas para el motor de las neveras. Madrugones de las 5 de la
mañana y manos llenas de heridas sangrantes. Aprendí todo ahí: por ejemplo, que
la vida es dura. Me sirvió para los malos momentos. Nunca le agradeceré
suficiente a mi padre que me curtiera en ese trabajo. Comprenderás que escribí
poco. Empecé a hacerlo a los 16 o 17 años, apenas como desahogo.
En el Diario de Barcelona, un pequeño islote progresista
en medio de los estertores del franquismo. Dirigía Manuel Martín Ferrand y, en
mi inconsciencia, le pedí cita y trabajo. Me lo dio. Llamó al jefe de deportes,
Álex J. Botines, y le sugirió que podía ser colaborador de atletismo. Fui
becario muchos años. Mis mejores sueños se forjaron en ese periódico, al que
dediqué miles de horas de dedicación pasional.
Algo muy simple de los dos grandes maestros que tuve.
Álex J. Botines me dijo que fuese honesto siempre. Alfonso Soteras, que fuese
humilde. Con eso basta en la vida.
No cambiaría nada. El periodismo es como la vida: plural,
variado, extremista, apasionante, vergonzoso, estéril, enriquecedor, sin
sentido. El periodismo imita a la vida. No puede ser perfecto. Aceptémoslo como
es y rebelémonos contra lo que no nos gusta, aún sabiendo que no conseguiremos
cambiarlo y que, probablemente, nos vencerán.
El próximo. No, en serio, todos me parecen interesantes.
Desde la colaboración más simple en un blog humilde hasta la presencia más
rimbombante en una televisión de gran audiencia. Lo que marca no es el medio,
es tu voluntad de presentar un mensaje honesto como periodista. Quizás errado
en el análisis o los datos, pero honesto.
No, no lo recuerdo. Debió ser algo muy sencillo, algún
atleta supongo. Después llegaron gentes más importantes: grandes deportistas,
dirigentes de peso, dictadores políticos de varios pelajes. Hoy me interesan
más las personas anónimas, los maestros, los sabios.
Explico la receta de la Coca Cola blaugrana. Es decir,
cómo se educan y moldean los futuros campeones y el cruel camino que recorren
entre el kilómetro cero (La Masia) y la línea de meta (el Camp Nou). Es un
libro extenso que profundiza en la idea de juego, los métodos de trabajo, la
formación integral de los chicos, el idioma futbolístico que aprenden y también
muestra los procesos de captación de las futuras perlas y las peripecias que
sufren para llegar a la cumbre. Para escribirlo hablé con mucha gente: docenas
de personas de todo tipo. Presidentes como Rosell o Núñez; entrenadores como
Cruyff, Van Gaal, Guardiola, Laureano Ruiz o Tito Villanova; jugadores como
Xavi Hernández, Marc Crosas o Sergi Roberto; padres de futbolistas,
intermediarios, maestros, formadores, ejecutivos. En fin, un mundo. Y sí, tardé
tiempo en hacerlo: unos seis meses en recoger información y otros dos en
escribirlo.
Hummm Pienso en cómo no
escribir otro. Escribir un libro ha sido una aventura apasionante y fantástica. Probablemente, una de las
mejores experiencias periodísticas que he vivido. Porque no es un libro
literario, si se me permite la expresión, sino un libro periodístico. Un
reportaje extenso. En vez de la doble página de un periódico, se extiende a lo
largo de 367 páginas. Pero es periodismo. Y ahora ha llegado el agotamiento
mental. Hay varias propuestas rondando por ahí y, sobre todo, tengo un par de
ideas propias, pero necesito recuperarme del esfuerzo.
Si tuvieras que
elegir a un periodista para hacer un programa de deporte, escribir un libro
etc…, ¿a quién sería?
Ramon Besa. Podría citar varios más, que me parecen
fabulosos. A Segurola o Julio César Iglesias; a Luis Villarejo o Jordi Costa; a
Rubén Uría o Miguel Rico; a Gaby Ruiz, Guille Uzquiano o Aritz Gabilondo… En
fin, un montón. Aunque el periodismo vive tiempos de zozobra por su
industrialización salvaje, hay grandes periodistas. Siempre ocurre igual: en
las crisis, el talento aflora. Pero si tuviese que elegir a uno solo, me
quedaría con Ramon. No tiene mérito: somos amigos hace 25 años.
¿Por qué es el
juego del Barça el más atractivo?
Es el más atractivo para algunas mentalidades. Para
otras, no. Seguro que algunas aficiones italianas no piensan lo mismo. Dicho
esto, sin duda el juego del Pep Team se asemeja a una obra de arte en
movimiento perpetuo. Posee la plasticidad de las grandes sinfonías. Es
armónico, acompasado y sintetiza muchas características españolas: el
romanticismo, la sensualidad, la musicalidad…
Mourinho es uno solo, por más que se haya acorazado en su
personaje. Se utiliza a sí mismo para obtener el máximo rendimiento y le ha ido
muy bien hasta la fecha con este procedimiento. No le conozco, pero quienes son
sus amigos dicen que es una persona entrañable y sensible. El personaje parece
transpirar lo contrario, pero quiero creer que es sólo una máscara sin más.
Supongo que sí, que sus defensores se cansarán, como ocurre con todos los
personajes. Nadie es inmune a generar fatiga emocional.
¿Se puede hacer
una comparación entre Xavi Hernández y Xabi Alonso?
Por supuesto, pero partiendo de que son dos futbolistas
mayúsculos. Xavi Hernández es un ordenador con piernas. El giroscopio que da
sentido al juego de su equipo. En medio de un terremoto, Xavi seguiría
controlando el partido, girando sobre sí mismo, escondiendo el cuero y
organizando a sus compañeros. Posiblemente sea el futbolista español más
decisivo de la historia, incluso por delante de Luis Suárez, Emilio Butragueño,
Raúl González y Andrés Iniesta. En cuanto a Xabi Alonso, palabras mayores
también. Tuvo la valentía de irse a un fútbol como el británico que, en
apariencia, prometía devorarlo y lo que ocurrió es que él devoró a los ingleses
a bocados. Sin Xabi, el Liverpool aún no se ha recuperado y el Real Madrid
sería un náufrago. Palabras mayores.
Florentino Pérez ha sido el “gran conseguidor” del
negocio de la construcción en España. El mejor “lobbysta” del país. Gestiona un
imperio empresarial y ha intentado alcanzar los mismos resultados en el fútbol.
De momento no lo ha conseguido. El Real Madrid era muy grande antes de llegar
él y seguirá siéndolo después. Sus dos etapas, por ahora, no se caracterizan
por la continuidad en el éxito ni por la coherencia en los métodos.
¿Se la da a los equipos más ‘pequeños’ menos importancia
de la que tienen?
A fin de cuentas, ellos son los que más emoción dan a la
Liga. El primer puesto y el segundo ya están repartidos.
Sin duda estamos en una Liga bipolar, donde los terceros
equipos asumen el papel de convidados de piedra hasta que, de pronto, en un
momento dado, se sacan un conejo de la chistera y le arrancan un empate a Barça
o Madrid que inclina el campeonato. Todo apunta a que viviremos otra Liga
similar, con sorpresas donde menos las esperamos.
¿Por qué? El Atleti es un gran equipo. El Kun podía
haberse consolidado, pero algo le impulsó a romper amarras: el dinero o la
ambición deportiva, o ambos factores, no lo sé. O quizás vio que la gestión del
club no brilla por su consistencia y eso le impulsó a huir. Me ha sonado más
bien a eso: a una huida más que a un adiós razonado.
Que alguien con dos dedos de frente crea en ello, afición
al margen. El aficionado puede ser fiel, esforzado, corajudo e indesmayable, pero
no gestiona el club desde las gradas. Los clubes crecen o menguan desde los
despachos y las decisiones: eligiendo al entrenador, diseñando una plantilla,
garantizando la sostenibilidad del proyecto. Cuando la gestión carece de estas
virtudes, el césped lo detecta y la grada lo padece.
No conozco el caso. Equipo que veo con simpatía por mis
recuerdos de juventud, pero estoy lejos de conocer las causas del flirteo
constante con el descenso. Existe un cierto consenso en que, a principios de
temporada, Óscar Cano hacía jugar al equipo de acuerdo con las limitaciones de
sus jugadores, pero que, más tarde, introdujo sistemas de juego que no
concordaban con esos perfiles. Pero no puedo ir mucho más allá en el análisis.
La actual del Barça se acerca a ello. Una “secta” en
torno a un líder carismático, pero que les aglutina desde la concordia y la
armonía y no a partir de la búsqueda de un enemigo exterior. Jugadores de
excepcional calidad técnica, dispuestos a sacrificar su ego personal en
beneficio del colectivo, convencidos que ganarán más a base de apoyar al
compañero que intentando lucir individualmente. Como dijo Valdano hace años,
perlas de todos los calibres unidas por un hilo que las sujeta fuertemente.
Aborrezco el empleo abusivo del concepto “mejor” en todos
los ámbitos. Siempre buscamos al mejor en todo, sin pararnos a pensar que no
poseemos instrumentos de medida de dicho concepto. Pero yendo a lo práctico:
Valdés me parece excepcional en casi todas las facetas de un guardameta. Un
fuera de serie. Difícilmente haya otro portero en el mundo que pudiera
acoplarse de manera tan perfecta al estilo de juego del Barça.
Un consejo para los
futuros periodistas.
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