Por Ricardo Silva -
Dante Panzeri, eximio periodista deportivo,
escribía que cuando todos saben lo que va a pasar, no pasa nada; que cuando la
espontaneidad es planificada, lo espontáneo se acaba. Y, que en virtud de esta
suerte de regla general de vida, se puede llegar a entender algo de lo que pasa
con el fútbol: arte de lo imprevisto, ciencia oculta de imposible enseñanza
académica, empirismo casi puro. Así comienza a definirlo en un célebre trabajo (que según consideró, no servía para
nada). Igualmente agrega, que lo mejor que leyó sobre fútbol hasta ese
entonces, estaba contenido en libros de filosofía y sociología. Para rematar,
con la afirmación de que el fútbol es “todo jugadores”.
IR A JUGAR...
El juego es libertad, se opone a lo que es serio.
En su esfera, las leyes y usos de la vida ordinaria no tienen validez, nos dice
Panzeri, citando a Johan Huizinga en “Homo Ludens”(1938). Este autor holandés,
decía que la función del juego es una lucha por algo, que es una acción u
ocupación libre que se desarrolla dentro de límites espacio-temporales
determinados, según reglas obligatorias (aunque libremente aceptadas), que
tiene una finalidad, va acompañada de un sentimiento de tensión y alegría, y de
la conciencia de “ser de otro modo” que en la vida corriente.
Estos conceptos, también fueron tomados por el psicoanalista inglés Donald Winnicott, cuando planteó que jugar es un hacer, que compromete lo corporal, y define un espacio intermediario o transicional entre el mundo interno y el externo . Procura el placer, al tratar de restituir, con elementos del exterior, algo de la fusión inicial de la vida intrauterina. Se manipulan objetos al servicio de lo onírico (realización de deseos).
Luego afirmará que en el juego, tanto el niño
como el adulto, pueden crear y usar toda su personalidad, y el individuo
descubre su persona solo cuando se muestra creador.
Si la seriedad se conecta con el displacer, la angustia y la repetición automática; el juego lo haría con el placer, la alegría y la creatividad. Si esto nos dice algo sobre qué nos llevaría a jugar, quedaría pendiente la pregunta: que nos lleva a jugar especialmente a la pelota...?
Si la seriedad se conecta con el displacer, la angustia y la repetición automática; el juego lo haría con el placer, la alegría y la creatividad. Si esto nos dice algo sobre qué nos llevaría a jugar, quedaría pendiente la pregunta: que nos lleva a jugar especialmente a la pelota...?
LO ANCESTRAL.
La fascinación con la pelota, ha sido objeto de
estudio de la Antropología. En nuestro medio, el Dr. Pichon Riviére, fue uno de
los primeros en alertarlo. Al destacar la perfección de su recorrido, la
incertidumbre ante su caída, o la euforia por su ascenso, señaló que esto ya de
por sí, invita a un ceremonial, que tiene algo de magia y de catarsis. Al
analizar el fútbol desde una mirada psicosocial , refirió a la pelota como algo a la vez
deseado y temido. Y puntualizó un aspecto fundamental: su forma esférica. Lo
cual “la vincula con uno de los más antiguos símbolos que maneja la humanidad,
a través de filósofos como Parménides, o de poetas como Rilke. La esfera
significa la forma perfecta, la conciencia del uno y del todo, es la imagen del
infinito”.
Si desde tiempos inmemoriales, los hombres nos hemos sentido atraídos a jugar con formas esféricas, en el afán de acercarnos a la perfección, podemos deducir una connotación sagrada. Se ha dicho que el fútbol le ha robado el “entheousiasmo”, o fuego de los dioses, a las Olimpiadas . En la Antigua Grecia, constituían una fiesta religiosa, consagrada a Zeus. El ritual perseguía mostrar a la divinidad lo que el humano puede llegar a hacer. Acaso para enaltecer su pobre condición, buscar reconocimiento, alcanzar el amor cósmico. No por nada, los vencedores que del Olimpo, retornaban a su tierra, eran transformados en semidioses.
Hoy el fútbol es el único deporte que cumple con ese rito de afirmación en la competencia. Los ídolos, llegan a tener características chamánicas. Ayer Maradona o Pelé, hoy Ronaldinho, Messi, Beckham, Zidane, Raúl o Figo, adquieren, por complejos mecanismos de depositación masiva (netamente inconciente), el rol de mediadores entre la colectividad y su destino. Una prueba de los procesos de comunión y despersonalización cuasi-tribal, es la pintura en los rostros de los hinchas. Y en dichas ceremonias, no faltarán ni el trance ni los arrebatos chauvinistas, ni la ilusoria unidad de todo un pueblo ante el maníaco exitismo de turno.
Pero, por qué esto ocurre con el fútbol, y no tanto con otros deportes... donde irrumpen las esferas?
PILOTEAR EL INFINITO... DESDE TIERRA FIRME.
Vuelvo a dialogar con Dante Panzeri, cuando
plantea que: “en toda confrontación deportiva hay una oposición a vencer. En
los deportes individuales, la oposición es pasiva. En el fútbol es combativa,
dado que se juega con la ley del derecho al despojo de la herramienta básica de
juego”.
Es cierto. Pero esto también ocurre en el básquet o el handbol. Qué otro plus tiene el fútbol?
Es cierto. Pero esto también ocurre en el básquet o el handbol. Qué otro plus tiene el fútbol?
Desde su lecho, y su libro, Panzeri nos responde: “ el fútbol es técnica del imprevisto por sobre todos los imprevistos. Y más aún limitando esa técnica al uso de las más indócil de las armas posesivas del hombre, los pies, siempre más indóciles que las manos al ordenamiento del cerebro...”.
Viene a mi mente un dicho popular, si de lo que se trata es de hacerle ver a alguien, de su poca inteligencia. “Donde tenés la cabeza... en los pies ?”. Y aquí si, puedo empezar a entender, algo más, de una de las maravillas que puede permitir el fútbol: tener la cabeza en los pies...y aún por esa vía, tener la oportunidad de acceder a la elevación.
La razón y el cerebro que hemos desarrollado (que justamente nos permite razonar), son atributos que contribuyeron a que los humanos nos elevemos, por encima del resto de los animales. Y en todo esto tuvo que ver, una herramienta mucho más básica: nuestra mano y su gran habilidad. Es decir, que debemos parte de nuestra elevación a nuestra mano. Pero no son los deportes con pelota, en que interviene la mano, los que despiertan lo que despierta el fútbol. Si la mano nos conecta con las alturas, el universo o lo divino; el pie, simplemente, nos permite pisar bien sobre el mundo que merecemos, nuestro propio mundo. Hay que tener los pies sobre la tierra !
Si nuestra mano (al dar lugar al desarrollo cerebral que alcanzamos) nos hominizó y aproximó al cielo, y las esferas de la perfección. Nuestros pies, por el contrario, nos mantienen en la tierra.
Y aquí radica quizá, uno de los milagros logrados por el fútbol. Hacernos vivir la ilusión de bajar el infinito (con sus esferas de perfección divina), a nuestro propio mundo terrestre de todos los días. La unión de lo sagrado y lo terreno. Recuperar lo divino... con los pies sobre la tierra.
EL ARTE DE LA PICARDÍA Y EL ENGAÑO (EN EL SIGLO XXI)
En apariencia, la mitología y la antropología,
amplifican el panorama, si queremos desentrañar el misterio de la pasión de
multitudes. El asunto no parece agotarse allí, sobre todo cuando Panzeri
refiere a la relación del fútbol con la estratificación social: “El muchacho de
la calle está en constante entrenamiento para el fútbol, en su constante
necesidad de esquivar los riesgos y leyes de la vida propias del libertinaje
callejero. El muchacho de su casa difícilmente tenga acceso al fútbol hasta no
llegar a la cancha misma. Uno convive con la picardía, el otro con el orden. Y
el fútbol no es precisamente orden en el sentido académico de la expresión.
Mucho más, es desorden...”
Estas imperdibles apreciaciones, llevan a pensar que hubiera dicho de las actuales escuelas de fútbol, de la compra de futbolistas-niños por poderosos clubes del primer mundo, de la delincuencia generada por la exclusión, del rol de los medios masivos de comunicación, o de los juegos en red que sacan a los chicos de los potreros. De todos modos, sigue siendo válida su afirmación de que el fútbol es hijo de la miseria, que necesita de chicos atorrantes, aquellos que, en el afán de supervivencia, mejor manejan...la capacidad de engañar; que todo crack tiene que ser un poco sinvergüenza, y el fútbol bien jugado no es tal, sin la cuota de pícara travesura, que significa hacer ir una pelota, donde el adversario no la espera, no la quiere, o no puede llegar.
El pensamiento de Panzeri, tuvo carácter visionario. Si bien no llegó a saber de las cifras astronómicas que hoy se manejan en los transferencias de las máximas figuras, ni de la intervención de empresas multinacionales en el manejo del fútbol como industria del espectáculo, ya denunciaba la influencia del industrialismo y la creciente sociedad de consumo de su tiempo, cuando veía que: “ el jugador ha dejado de jugar para vivir, ha pasado a vivir para el negocio. Ya no vive con el fútbol, sufre con el fútbol (...) Hoy es uno más entre muchos hombres enfermos de la ciudad (...)El fútbol que quiere ser serio, se ha olvidado de un juego alegre que no puede subsistir, donde el juego sea suplido por la angustia del negocio”.
INSTRUMENTO DE ALIENACIÓN...?
La psicóloga Ana Quiroga, trazó un prolijo
análisis , acerca de cómo el hombre, viendo
frustrado en el ámbito laboral, sus expectativas de libertad y autonomía,
procura desplazar estas sobre su tiempo libre: ya sea en actividades
comunitarias, hobbies o deportes. Y en relación a como la sociedad de consumo
capturó la llamada industria del tiempo libre, advirtió sobre ofertas que,
tomando la necesidad humana de acción y creatividad, la metamorfosean y vacían
de contenido, al suplantar protagonismo por contemplación.
Aún considerándolo un tema de gran complejidad, se detiene en el fútbol. Un hacer grupal con objetivos (gol), donde hay comunicación (pase), aprendizaje (anticipación o ajuste de la propia conducta ante el error), alianzas, oposiciones, estrategias. Admite que el despliegue de fuerza y destreza, permite lograr incluso, una fugaz vivencia estética. Confirma sobre lo atractivo de la incertidumbre, y sobre las metáforas que habilita.
El fútbol sería un gran “como si”. Similar al teatro en sus orígenes, a las fiestas dionisíacas, y al circo romano. Dramatiza la vida -nos dice esta investigadora- con sus alternancias de encuentros, desencuentros, triunfos y derrotas: la escena implícita es una lucha de poder. Permite la identificación (“salimos campeones”), allí donde el hombre concreto se reconoce y desconoce, se encuentra y se pierde en un equipo o un jugador, representante de las respectivas cualidades instrumentales para obtener un campeonato. Aquí ya es “ese otro” el que sustituye un ideal propio no alcanzado.
Es fundamental su afirmación, que el hincha que no juega ni actúa, que contempla, en otro ámbito de su vida, donde es protagonista porque produce -pero por la organización social del trabajo, se enajena de su propia destreza- no recupera su potencial, y le es más fácil visualizarlo en otros. No solo ve en el ídolo, los atributos que omite en su propia persona. Proyecta inconscientemente en aquel su propio ideal, lo hace depositario de su propia potencia y habilidad. Subjetivamente se empobrece y despoja. Aunque reconoce, que esto no surge del fútbol en sí mismo, sino de quienes lo manejan, incluso como industria del espectáculo. Que son los mismos que manejan la condición socioeconómica alienante en que viven muchos de esos hinchas. Las grandes mayorías.
METÁFORA DE ESPERANZA...?
Y una vez más, acaso en defensa del fútbol,
regresa el maestro Dante Panzeri, para decir algo que creo cierto: “el fútbol
es el más hermoso juego que haya concebido el hombre, y como concepción de
juego es la más perfecta introducción al hombre en la lección humana de la vida
cooperativista”. En parte porque llegué a interesarme por la psicología
partiendo del deporte, en particular de la pasión futbolística de mi niñez; en
parte, por trabajar en una cooperativa de salud mental, en parte, por mi
interés en extender mis intervenciones al ámbito de la cultura en general,
tengo razones para subrayar esta arriesgada definición del principal
homenajeado de este artículo.
El haber jugado fútbol me permite afirmar, que el mismo recrea muchas funciones de la vida, que sirve como modelo para entendernos un poco más, porque (al igual que en el fútbol) somos lo que somos en co-operación con otros, y dejamos de ser cuando nos aislamos, volviéndonos excesivamente narcisistas e inagrupables.
Fútbol bien jugado, según Panzeri, puede necesitar alguna vez del rechazo sin destino, de la retención de la pelota sin avanzar, de un toque suave o de un violento shot. Que cada lector traduzca esto a la situación vital que se le ocurra. Vuelvo a tomar las palabras del maestro: “...el buen jugador no brilla. Brilla el juego que produce ese jugador. Y a veces brillan por él jugadores menos jugadores que aquel que hace brillar el juego(...) Se necesita avanzar, retroceder, girar, volver, picar, quedarse, rechazar, apoyar...entre todos(...) Lo que en un momento sirve, al momento no sirve. Lo que se quiere hacer frecuentemente no sale. Lo que no se pensaba hacer, frecuentemente se presenta para hacerlo”.
Dante Panzeri falleció en abril de 1978, a meses del mundial que la dictadura militar argentina trató de manipular, para el ocultamiento de los crueles crímenes de lesa humanidad que por ese período se perpetraron. Pero, aún en pleno Terrorismo de Estado, mantuvo sus convicciones, ligadas a cierta lírica, a cierto romanticismo, a cierto amor por la superación humana, desde las pasiones alegres, conectadas a la solidaridad, la libertad y la creatividad. Ese aspecto impredecible, que hizo notar que tenía el fútbol, guarda una misteriosa relación con la misma base romántica presente en la obra de Freud, a partir de decirnos que nuestra conducta tampoco es predecible. Aunque nos resistamos a admitirlo, tenemos un inconsciente que cada tanto se nos manifiesta...cuando menos lo esperamos.
EL ETERNO RETORNO DE SÓCRATES.
Hernán Briezza señala que durante décadas, la
literatura y el fútbol circularon por dimensiones opuestas, que Borges fue
precursor en esta disociación, pero que con el correr de los años, la pelota
ganó la batalla . Ya sea porque el fútbol es pasión
ancestral, porque los escritores se alejaban de la vida terrena, o bien por la
influencia televisiva.
Ensaya un sintético recorrido de lo que sobre fútbol escribieron, entre otros, autores tan disímiles como Arlt, Benedetti, Galeano, Camus, Gramsci, Kundera, Soriano, Fontanarrosa o Dolina. Plantea que más que un acercamiento del arte a los sectores populares, esto respondería a una operación de mercado.
Ensaya un sintético recorrido de lo que sobre fútbol escribieron, entre otros, autores tan disímiles como Arlt, Benedetti, Galeano, Camus, Gramsci, Kundera, Soriano, Fontanarrosa o Dolina. Plantea que más que un acercamiento del arte a los sectores populares, esto respondería a una operación de mercado.
Interpreta que la mejor definición sobre fútbol que ha dado la literatura corresponde a Pier Paolo Pasolini. Transcribo algunos fragmentos: “el fútbol es un sistema de signos, por lo tanto es un lenguaje. Hay momentos que son puramente poéticos: se trata de los momentos de gol (...) El fútbol que produce más goles es el más poético. Incluso el dribbling es de por sí poético(...). En los hechos, el sueño de cada jugador(...)es partir de la mitad del campo, dribbliar a todos y marcar el gol(...).Pero no sucede nunca. Es un sueño”.
Cierra hábilmente, diciendo que tal vez, como prueba del desencuentro fundante, entre las letras y la pelota; la razón por la que Pasolini dijo lo que dijo, es porque no llegó a ver jugar a Maradona. Lo cual lleva a pensar que Maradona hizo lo que hizo, porque tampoco había leído a Pasolini.
Fiel al espíritu de este trabajo, una vez más, prefiero ceder la definición del mismo a las sabias palabras de Dante Panzeri (Al fin y al cabo, quien mejor me ilustró para cubrir esta deuda que desde hace años tenía, de escribir algo sobre este deporte tan maravilloso, del que ya tan lejos me siento, aunque no olvido todo lo que me dejó, el haberlo transitado alguna vez):
“Somos muchos los que estamos en posesión de las mejores ideas para jugar al fútbol. Somos pocos los que coordinamos esas ideas con la capacidad de hacer la pelota un instrumento dócil a nuestras piernas(...) y esos pocos que nacen con el híbrido don de su instinto...se muestran torpes en el arte de exponer en forma de ideas aquello que saben hacer magistralmente con los pies. En su mayoría prefieren demostrar lo que saben...jugando y no hablando. Porque si intentan lo segundo...hasta podría suponerse que no saben jugar. Como en la mayoría de los casos, nadie sabe porque sabe lo que sabe”.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.
Dante Panzeri: “Fútbol: dinámica de lo
impensado”, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1967.
2 Donald Winnicott: “Realidad y Juego”. Editorial Gedisa, Buenos Aires, 1986.
3 Enrique Pichon Riviére: “Psicología de la vida cotidiana”, Ed. Nueva Visión, Buenos Aires, 1985.
4 Abel Posse: “El juego que nos muestra tal cual somos. De la gloria al abismo”; Revista Noticias Nª 913, Editorial Perfil, 26 de Junio de 1994.
5 Ana Quiroga: “Enfoques y perspectivas en psicología social. Desarrollos a partir del pensamiento de Enrique Pichon Riviére”, Ediciones Cinco, Buenos Aires, 1986.
6 Hernán Briezza: “Romance del intelectual con la pelota”, Suplemento Ñ de Clarín, Nª139, Sábado 27 de mayo de 2006
Agradezco la colaboración prestada a Oscar Lemmi, Hugo Segura, Juan José Mucci, Herberto Washington Basualdo, Julio Mauro, Aníbal Ferreira, Alfredo Grande, Marcelo Sanjurjo y Alejandro Apo.
2 Donald Winnicott: “Realidad y Juego”. Editorial Gedisa, Buenos Aires, 1986.
3 Enrique Pichon Riviére: “Psicología de la vida cotidiana”, Ed. Nueva Visión, Buenos Aires, 1985.
4 Abel Posse: “El juego que nos muestra tal cual somos. De la gloria al abismo”; Revista Noticias Nª 913, Editorial Perfil, 26 de Junio de 1994.
5 Ana Quiroga: “Enfoques y perspectivas en psicología social. Desarrollos a partir del pensamiento de Enrique Pichon Riviére”, Ediciones Cinco, Buenos Aires, 1986.
6 Hernán Briezza: “Romance del intelectual con la pelota”, Suplemento Ñ de Clarín, Nª139, Sábado 27 de mayo de 2006
Agradezco la colaboración prestada a Oscar Lemmi, Hugo Segura, Juan José Mucci, Herberto Washington Basualdo, Julio Mauro, Aníbal Ferreira, Alfredo Grande, Marcelo Sanjurjo y Alejandro Apo.
Lic. Ricardo Silva
No hay comentarios:
Publicar un comentario