España fue el Titanic.
por Jose Sámano. Elpaís.es
La mejor selección española de la historia se marcha del
Mundial tras caer ante Chile y cierra una etapa irrepetible
La Roja requerirá un análisis fino y preciso cuando pase la
conmoción
Silva, Busquets, Costa, Iniesta y Alonso, tras encajar un
gol. / D. M. (REUTERS)
La España que más ha merecido un hasta siempre con todos los
honores cerró su relato de hadas de forma espantosa, con un chasco mundial. Una
pesadilla de campeonato para el resto de los tiempos, como también prevalecerán
sus éxitos. Ante Chile, el campeón siguió en la lona, sonado por completo
tras el desplome monumental con Holanda. No hubo campana que le salvara y el
borrón es de tal calibre que La Roja, sin tinte y rasgada, se convirtió en la
primera selección eliminada en Brasil, el mismo trance que la irrelevante
Australia. Desde Francia 1998, el equipo no dejaba un Mundial por la trasera,
en la primera ronda. Entonces, España tenía metabolizado hasta el hueso el
pesimismo crónico.
Ahora resultaba impensable un petardazo semejante, pero el
fútbol es amnésico y mañana es ayer. A los cuatro años de Johanesburgo y solo a
dos de la Eurocopa de Kiev, Brasil supuso el Titanic español.
Como el fútbol no tiene alma, para desdicha española tuvo
que ser en Maracaná donde le tocara pasar página sin consuelo alguno. Un
desengaño absoluto para una generación que puso a España en la cima, de la que
ha caído de forma sísmica. Una casta para el recuerdo infinito y un Mundial
para el olvido. A ella le debe el fútbol español haber conquistado no solo sus
mejores trofeos, sino dejar un legado único, el pensamiento propio en un país
donde al fútbol solo lo definía la diversidad de los clubes.
Gracias a estos bajitos aventureros que desde 2008 hasta hoy
decidieron desafiar a la ortodoxia, España ha sido la última gran reserva del
fútbol. Con su testamento, la renovación inevitable al menos ahora tiene un
manual. Y pocos han inspirado más ese formato que Xavi, de alguna forma, el
gran ideólogo con botas de la España más feliz.
Tan triste fue el portazo en Brasil que el azulgrana pasó el
que quizá sea su último partido a la sombra del banquillo. Comerse el marrón
del engorro que resta con Australia sería peor aún. El destino fue
especialmente cruel con Xavi y alguno más, como Iker y Alonso, otros dos de los
iconos de la España con estrella.
Del Bosque dio carrete a Pedro y Javi Martínez en lugar de
Xavi y Piqué. Como si el Barça, con sello de autor en esta selección, y la
propia España llevaran caminos paralelos. De la mano llegaron a la cúspide y
del mismo modo ambos tendrán que proceder a la cirugía inmediata. Frente al
rocoso y bien enhebrado equipo chileno, la selección española subrayó punto por
punto que la masacre con Holanda no fue casual.
El ocaso estaba a la puerta, ya fuera porque el grupo
llegara marchitado a estas tierras o porque no se pudiera recuperar tras
profundas secuelas de la primera jornada. O ambas cosas a la vez, lo que
requerirá un análisis fino y preciso cuando se despeje un poco la conmoción.
Convendrá examinar con frialdad si la reforma podía haberse anticipado, si realmente
de Brasil fue exiliado algún jugador de mayor vuelo actual que los presentes.
Sergio Busquets se lamenta tras fallar una clara ocasión. / ALEJANDRO
RUESGA
Lo cierto es que en Río, desde el mismo arranque del
partido, España fue un equipo con tiritona, de aquellos que se sienten
vulnerables y dan todas las pistas al adversario. Una España desconocida, capaz
de provocar algún esguince a la pelota en pases parvularios, sin el tonelaje de
Chile, que con su resistencia vietnamita se imponía en cada pulso. Si ante
Holanda estuvo pintona en el primer acto, con Chile de por medio no tuvo de casi
nada, falto de chispa y de chicha, sin toque, tiqui ni remate. Al grupo español
le temblaban hasta los cordones y ya al minuto la defensa se hizo un nudo y
Alba casi bate a Casillas. España no encontraba el ritmo, Chile le había
decretado prisión en todas las zonas del campo. La Roja no encontraba la manera
de subordinar pases, su especialidad, y al choque perdía cada asalto. Varios le
correspondieron a Xabi Alonso, y en una pérdida se originó el primer gol
sudamericano. El error de Alonso desencadenó una defensa caótica de la jugada,
hasta que embocó Vargas. Fue el propio Alonso el que estuvo a punto de
remediarlo, pero Bravo le bajó la persiana con su salida sin demora.
España no encontraba salvamento ni en los pretorianos ni en
los recién llegados, con Azpilicueta superado de nuevo por el peso de la cita,
y Diego Costa en la proa del naufragio, sin hilo con nadie. Aránguiz, al filo
del descanso, puso la sentencia al estampar en la red el balón rechazado por
Casillas tras una falta lanzada por Alexis. Entre el enjambre de jugadores en
el perímetro del capitán español, la cazó un chileno. En ocasiones no todo sale
mal, sino aún peor.
Con 2-0 ya no había rescate posible. A Chile le bastó con
mantener el tipo y no descuidarse ni a tiros. La voluntad española no alivió su
crepitar. Un acto con Holanda y un primer tiempo con Chile y al destierro
inmediato. El segundo tramo con los de Sampaoli solo aceleró los obituarios de
una selección para la memoria eterna que se precipitó de mala manera al vacío.
El ayer no suaviza el hoy y se agitarán las críticas y los avisperos. Motivos
ha dado el equipo, pero como sostenía el escritor brasileño Nelson Rodrigues:
“Ay, de quien no cultiva sus santas nostalgias”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario