domingo, 16 de marzo de 2014

EL TODO ES MÁS QUE LA SUMA DE LAS PARTES


Nota de prensa
“Si tengo un cesto con una manzana podrida y veinticuatro manzanas perfectas, en un mes todas estarán podridas”. (José Mourinho)


 
Esta frase de José Mourinho da buena cuenta de la filosofía del entrenador portugués, muy lejana a aquella que resumía el primer proyecto de Florentino Pérez de Zidanes y Pavones o la conjunción de balones de oros. Por ejemplo, el Real Madrid llegó a juntar en el mismo equipo a Zidane, Ronaldo, Owen, Beckham, Raúl, Roberto Carlos y Casillas y el resultado fue ‘cero títulos’. También el Barcelona, con Deco, Ronaldinho, Eto’o, Xavi, Iniesta, Puyol, Messi, Víctor Valdés y Abidal sumó ‘cero títulos’ antes de que llegara Guardiola. En esos tiempos se criticaba duramente a Xavi, que estuvo a punto de salir del Barcelona; a Iniesta, “la eterna promesa”; o a Valdés, el portero que siempre fallaba con el balón en los pies. Los mismos que hoy son columna vertebral y ejemplo de uno de los mejores equipos de la historia. Entonces, posiblemente, eran manzanas a las que algunos cracks de talla mundial, como Deco o Ronaldinho, se habían encargado de “pudrir”.
Cuando preguntas a los protagonistas de equipos como el Porto campeón de Europa, el Valencia del doblete (UEFA y Liga), el famoso SuperDepor o incluso el Barça del triplete de Guardiola, todos destacan el “espíritu de equipo y el buen ambiente”, frases a las que, sin embargo, no solemos dar importancia. Todos estos equipos, seguramente a excepción del Barcelona, tenían en común que eran inferiores a otros equipos con los que competían y, no obstante, salieron campeones. Peores jugadores, pero mejor equipo. Es la unión de los equipos y la creencia del líder en sus liderados y de los liderados en su líder lo que hace posible un equipo campeón. Esa creencia se hace visible en el rendimiento del Barça pre Guardiola, con un nivel que rozaba la desidia en jugadores como Xavi; o una vez llega Guardiola, con un equipo que consigue ganar todos los títulos gracias a un juego de equipo fantástico, en el que todos defienden y todos atacan por igual, con gran agresividad y un juego de pases maravilloso, ejecutando acciones técnicas a máxima velocidad con gran precisión.
 
ENFOQUE VILLAS BOAS vs ENFOQUE DI MATTEO
 
 
 
El caso opuesto puede ser el Chelsea de Villas Boas. El entrenador llegó al equipo consciente de que la clave era el “grupo” hasta el punto de decir, para evitar comparaciones con Mourinho, que si uno era The Special One, él era The Group One. Sin embargo, el entrenador intentó cambiar la idiosincrasia del club sin antes cambiar a los jugadores que habían hecho grande un estilo determinado y distinto. Villas Boas no se atrevió a poner en el mercado a jugadores como Terry, Lampard, Cech o Drogba y, por tanto, cogió un equipo con líderes independientes al líder y que ya habían establecido unos roles determinados en el vestuario.
Y es que el vestuario es un mundo que los aficionados desconocen y que posee vida propia. Existen unas jerarquías que tienen que ser coherentes con las del entrenador y si los jefes del vestuario son suplentes y los novatos, jóvenes y recién fichados, son titulares nunca podrá haber crecimiento de equipo y esos jefes harán por cortar la trayectoria de los que están creciendo, que se sentirán intimidados y perderán atrevimiento y descaro en la convivencia y en el terreno de juego.
Di Matteo, el nuevo entrenador del Chelsea, ha sido inteligente y entregado el mando de su equipo a los pesos pesados, siendo siempre indiscutibles y key players dentro de la nueva estructura. Sabe que si ellos están comprometidos, el equipo estará comprometido. Por eso, la famosa gestión de egos que muchos ignoran es tan compleja. Porque si tú eres entrenador del Chelsea, esos jugadores tienen que estar fuera del vestuario o tienen que ser titulares: no admiten término medio. Si son suplentes serán la manzana podrida que hará que se pudra el resto de manzanas sanas.
 
MADRID DE JUGADORES, ENTRENADOR DE PERFIL BAJO
 
 
El Real Madrid siempre ha tenido una cultura histórica diferente. Mientras todos hablamos del Barça de Cruyff, del Pep Team (nombre horrible, por cierto), incluso del Barça de Van Gaal (ejemplo de proyecto completamente roto desde el inicio gracias al fichaje de un crack como Riquelme); en el Madrid siempre se hablará de los galácticos, la Quinta del Buitre, Di Stéfano… incluso equipos mucho más débiles como la Quinta de los García o la de los Ferrari son recordadas siempre por el nombre de los jugadores. En el Madrid siempre ha predominado un modelo contrario: el entrenador al servicio de grandes jugadores.
 
Contaba Casillas, medio en broma, medio en serio, que fue Hierro quién le sentó por César cuando Del Bosque era entrenador. Y que cuando todavía Hierro era director general de la selección española, le pedía que lo reconociera. También, eufóricos, contaron algunos jugadores que la Séptima la ganaron los jugadores, que el Madrid no tenía dinero para despedir a Heynckes y que el equipo lo llevaron Mijatovic, Hierro, Redondo y Roberto Carlos. El entrenador siempre era de “perfil bajo” y su objetivo se ceñía en controlar los egos de unos jugadores que ya tenían la titularidad garantizada (aunque fuera alineando a Beckham en el mediocentro).
TÉCNICO LÍDER, TÉCNICO DÉBIL
Son muchos los ejemplos de equipos en los que la falta de liderazgo del entrenador altera negativamente el rendimiento de grandes jugadores. Por ejemplo, por entrenar al Atlético, Manzano renunció a su cuerpo técnico y aceptó llegar como cuarta o quinta opción y sin el beneplácito de la afición. Desde el principio era un entrenador débil que estaba a expensas del rendimiento de los jugadores y pronto se fue a la calle tras echarle Reyes un pulso. Llegó Simeone, con su cuerpo técnico, como ídolo de la afición, única opción contemplada… Él ya no estaba a expensas del rendimiento de los jugadores, sino que los jugadores estaban a expensas de Simeone si querían contar con minutos.
Por otro lado, tenemos ejemplos de entrenadores que supieron readaptar su equipo tras bajas de los jugadores franquicia y siguieron teniendo éxito, como el Manchester United que sobrevivió a la marcha de Beckham y más tarde de Cristiano; el Valencia, que en tres años se ha quedado sin Albiol, Villa, Silva y Mata; la Juventus, que vendió a Zidane por más de diez mil millones de las antiguas pesetas; o el Sevilla que cada año vendía a jugadores franquicia como Baptista y el colectivo conseguía hacer grandes temporadas, muchas veces con jugadores que habían fracasado en otras aventuras, como Maresca, que ya nunca fue el mismo sin ese equipo.
 
 
En el Real Madrid, los jugadores siempre están por encima del colectivo y del entrenador. El capitán y las estrellas tienen el poder del vestuario y el entrenador está a expensas de la felicidad de esas estrellas. Si ellos no están contentos, tú estás perdido, aunque seas más madridista que Camacho. Es interesante la comparación de rendimiento de Casillas, Raúl o Hierro una vez fueron nombrados primer capitán. Una cultura que ha hecho que el equipo, aun cuando tenía a los mejores jugadores del mundo, nunca pudiese hacer grandes temporadas cuando luchaba por todos los títulos. Es un equipo de “título por año” porque concentra esfuerzos, ya que estos no dependen de las “leyes” del entrenador sino de la motivación y consideración de los jugadores. Todo lo contrario que los equipos de grandes líderes como Guardiola, Mourinho o Ferguson, que constantemente pelean por todo en un mismo año.
 
APOSTAR POR EL ENTRENADOR O POR LOS JUGADORES ‘FUERTES’
Con la llegada de Mourinho, el Madrid se enfrentaba a un choque de culturas entre su vestuario y su entrenador y, por eso, el portugués, que antes de conocer al equipo había declarado que necesitaría tan solo dos o tres refuerzos, desde que ha llegado ha llenado el equipo de nuevos jugadores, muchos de ellos con un rol muy secundario y algunos muy cercanos a él y su agente. Necesitaba tener “su” vestuario y no un vestuario. Para que un líder funcione es necesario que sus liderados estén al 100% con él. Hay que recordar que un gran equipo es aquel en que el líder cree en sus liderados y los liderados en su líder. Y cuando alguien, llámese Ibrahimovic, no cumple esta máxima, estará fuera por mucho que sea uno de los diez mejores jugadores del mundo y que su posición la ocupen muchas veces jugadores inferiores a él, como Pedro.
 
Si un jugador, por muy bueno que sea, no acepta las normas del entrenador, cree estar por encima de él, busca disputas para eliminar las concentraciones o las comidas conjuntas e incluso se atreve a poner en duda los planteamientos de su técnico, intentando hacer fuerza para que el resto de compañeros también dude, se crea un problema mucho más grande que el rendimiento individual de un jugador. Los decisivos son aquellos que creen en su líder y eso hace que Zanetti, Materazzi, Motta, Samuel, Lucio, Sneijder, Pandev, Chivu, Milito o Eto’o (casi todos descartes de otros equipos) consigan ganar en un mismo año la Copa de Europa, la Liga nacional y la Copa de su país. Hablamos de jugadores que no son necesariamente jóvenes, sino consolidados, pero gente que se unió por un mismo objetivo, como antes Lampard, Terry, Drogba o Cech, que eran jóvenes y no de talla mundial, se unieron para dar junto a Mourinho ese “salto de nivel” y ser jugadores de títulos.
El Madrid tiene dos opciones en caso de conflicto. O apostar por el entrenador y hacer un grupo a su imagen y semejanza (siempre que así ha sido con Mourinho, los resultados han sido óptimos) o que el conflicto acabe con su entrenador y la fuerza de ciertos jugadores se imponga hasta límites insospechados. Porque lo que no ha conseguido controlar Mourinho nadie podrá controlarlo, salvo que se arrodille al liderazgo-poder de los jugadores y no del colectivo. Si el Madrid quiere aspirar a superar al Barcelona, a creer que puede hacerlo, a no sentir que su modelo es inferior, para eso no necesita grandes estrellas (ya las tiene) sino gente ambiciosa, sin miedos, con convicciones, que crean en su entrenador y en sus compañeros. Si consigues un vestuario así, con un entrenador así y compañeros como Cristiano Ronaldo, Benzema o Alonso, y entrenamientos de calidad, entonces podrás conquistar el mundo. Si no, tendrás un puñado de estrellas incapaz de superar al Barça y que pierde más tiempo filtrando detalles a la prensa que trabajando en que su líder crea en él como él cree en su líder. Por eso, a veces, fichar a un peor jugador, puede hacer un mejor equipo.
 
Francisco Ruiz Beltrán es entrenador. Autor del libro “Filosofía y manual de un entrenador de fútbol” (Wanceulen Editorial). En Twitter: @Futbeltran
 
 

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