Nota de prensa
“Si tengo un cesto
con una manzana podrida y veinticuatro manzanas perfectas, en un mes todas
estarán podridas”. (José Mourinho)
Esta frase de José Mourinho da buena cuenta de la filosofía
del entrenador portugués, muy lejana a aquella que resumía el primer proyecto
de Florentino Pérez de Zidanes y Pavones o la conjunción de balones de
oros. Por ejemplo, el Real Madrid llegó a juntar en el mismo equipo a Zidane,
Ronaldo, Owen, Beckham, Raúl, Roberto Carlos y Casillas y el resultado fue ‘cero
títulos’. También el Barcelona, con Deco, Ronaldinho, Eto’o, Xavi, Iniesta,
Puyol, Messi, Víctor Valdés y Abidal sumó ‘cero títulos’ antes de que
llegara Guardiola. En esos tiempos se criticaba duramente a Xavi, que estuvo a
punto de salir del Barcelona; a Iniesta, “la eterna promesa”; o a Valdés, el
portero que siempre fallaba con el balón en los pies. Los mismos que hoy son
columna vertebral y ejemplo de uno de los mejores equipos de la historia.
Entonces, posiblemente, eran manzanas a las que algunos cracks de talla
mundial, como Deco o Ronaldinho, se habían encargado de “pudrir”.
Cuando preguntas a los protagonistas de equipos como el
Porto campeón de Europa, el Valencia del doblete (UEFA y Liga), el famoso
SuperDepor o incluso el Barça del triplete de Guardiola, todos destacan el “espíritu
de equipo y el buen ambiente”, frases a las que, sin embargo, no solemos
dar importancia. Todos estos equipos, seguramente a excepción del Barcelona,
tenían en común que eran inferiores a otros equipos con los que competían y, no
obstante, salieron campeones. Peores jugadores, pero mejor equipo. Es la unión
de los equipos y la creencia del líder en sus liderados y de los liderados en
su líder lo que hace posible un equipo campeón. Esa creencia se hace visible en
el rendimiento del Barça pre Guardiola, con un nivel que rozaba la desidia en
jugadores como Xavi; o una vez llega Guardiola, con un equipo que consigue
ganar todos los títulos gracias a un juego de equipo fantástico, en el que
todos defienden y todos atacan por igual, con gran agresividad y un juego de
pases maravilloso, ejecutando acciones técnicas a máxima velocidad con gran
precisión.
ENFOQUE VILLAS BOAS vs ENFOQUE DI MATTEO
El caso opuesto puede ser el Chelsea de Villas Boas. El
entrenador llegó al equipo consciente de que la clave era el “grupo”
hasta el punto de decir, para evitar comparaciones con Mourinho, que si uno era
The Special One, él era The Group One. Sin embargo, el entrenador
intentó cambiar la idiosincrasia del club sin antes cambiar a los jugadores que
habían hecho grande un estilo determinado y distinto. Villas Boas no se atrevió
a poner en el mercado a jugadores como Terry, Lampard, Cech o Drogba y, por
tanto, cogió un equipo con líderes independientes al líder y que ya habían
establecido unos roles determinados en el vestuario.
Y es que el vestuario es un mundo que los aficionados
desconocen y que posee vida propia. Existen unas jerarquías que tienen que ser
coherentes con las del entrenador y si los jefes del vestuario son
suplentes y los novatos, jóvenes y recién fichados, son titulares nunca podrá
haber crecimiento de equipo y esos jefes harán por cortar la trayectoria
de los que están creciendo, que se sentirán intimidados y perderán atrevimiento
y descaro en la convivencia y en el terreno de juego.
Di Matteo, el nuevo entrenador del Chelsea, ha sido
inteligente y entregado el mando de su equipo a los pesos pesados, siendo
siempre indiscutibles y key players dentro de la nueva estructura. Sabe
que si ellos están comprometidos, el equipo estará comprometido. Por eso, la
famosa gestión de egos que muchos ignoran es tan compleja. Porque si tú eres
entrenador del Chelsea, esos jugadores tienen que estar fuera del vestuario o
tienen que ser titulares: no admiten término medio. Si son suplentes serán la
manzana podrida que hará que se pudra el resto de manzanas sanas.
MADRID DE JUGADORES, ENTRENADOR DE PERFIL BAJO
El Real Madrid siempre ha tenido una cultura histórica
diferente. Mientras todos hablamos del Barça de Cruyff, del Pep Team (nombre
horrible, por cierto), incluso del Barça de Van Gaal (ejemplo de proyecto
completamente roto desde el inicio gracias al fichaje de un crack como
Riquelme); en el Madrid siempre se hablará de los galácticos, la Quinta
del Buitre, Di Stéfano… incluso equipos mucho más débiles como la Quinta
de los García o la de los Ferrari son recordadas siempre por el
nombre de los jugadores. En el Madrid siempre ha predominado un modelo
contrario: el entrenador al servicio de grandes jugadores.
Contaba Casillas, medio en broma, medio en serio, que fue
Hierro quién le sentó por César cuando Del Bosque era entrenador. Y que cuando
todavía Hierro era director general de la selección española, le pedía que lo
reconociera. También, eufóricos, contaron algunos jugadores que la Séptima la
ganaron los jugadores, que el Madrid no tenía dinero para despedir a Heynckes y
que el equipo lo llevaron Mijatovic, Hierro, Redondo y Roberto Carlos. El
entrenador siempre era de “perfil bajo” y su objetivo se ceñía en
controlar los egos de unos jugadores que ya tenían la titularidad garantizada
(aunque fuera alineando a Beckham en el mediocentro).
TÉCNICO LÍDER, TÉCNICO DÉBIL
Son muchos los ejemplos de equipos en los que la falta de
liderazgo del entrenador altera negativamente el rendimiento de grandes
jugadores. Por ejemplo, por entrenar al Atlético, Manzano renunció a su cuerpo
técnico y aceptó llegar como cuarta o quinta opción y sin el beneplácito de la
afición. Desde el principio era un entrenador débil que estaba a expensas del
rendimiento de los jugadores y pronto se fue a la calle tras echarle Reyes un
pulso. Llegó Simeone, con su cuerpo técnico, como ídolo de la afición, única
opción contemplada… Él ya no estaba a expensas del rendimiento de los
jugadores, sino que los jugadores estaban a expensas de Simeone si querían
contar con minutos.
Por otro lado, tenemos ejemplos de entrenadores que supieron
readaptar su equipo tras bajas de los jugadores franquicia y siguieron teniendo
éxito, como el Manchester United que sobrevivió a la marcha de Beckham y más
tarde de Cristiano; el Valencia, que en tres años se ha quedado sin Albiol,
Villa, Silva y Mata; la Juventus, que vendió a Zidane por más de diez mil
millones de las antiguas pesetas; o el Sevilla que cada año vendía a jugadores
franquicia como Baptista y el colectivo conseguía hacer grandes temporadas,
muchas veces con jugadores que habían fracasado en otras aventuras, como Maresca, que ya nunca fue el mismo sin ese equipo.
En el Real Madrid, los jugadores siempre están por encima
del colectivo y del entrenador. El capitán y las estrellas tienen el poder del
vestuario y el entrenador está a expensas de la felicidad de esas estrellas. Si
ellos no están contentos, tú estás perdido, aunque seas más madridista que
Camacho. Es interesante la comparación de rendimiento de Casillas, Raúl o
Hierro una vez fueron nombrados primer capitán. Una cultura que ha hecho que el
equipo, aun cuando tenía a los mejores jugadores del mundo, nunca pudiese hacer
grandes temporadas cuando luchaba por todos los títulos. Es un equipo de “título
por año” porque concentra esfuerzos, ya que estos no dependen de las “leyes”
del entrenador sino de la motivación y consideración de los jugadores. Todo lo
contrario que los equipos de grandes líderes como Guardiola, Mourinho o
Ferguson, que constantemente pelean por todo en un mismo año.
APOSTAR POR EL ENTRENADOR O POR LOS JUGADORES ‘FUERTES’
Con la llegada de Mourinho, el Madrid se enfrentaba
a un choque de culturas entre su vestuario y su entrenador y, por eso, el
portugués, que antes de conocer al equipo había declarado que necesitaría tan
solo dos o tres refuerzos, desde que ha llegado ha llenado el equipo de nuevos
jugadores, muchos de ellos con un rol muy secundario y algunos muy cercanos a
él y su agente. Necesitaba tener “su” vestuario y no un vestuario. Para
que un líder funcione es necesario que sus liderados estén al 100% con él. Hay
que recordar que un gran equipo es aquel en que el líder cree en sus liderados
y los liderados en su líder. Y cuando alguien, llámese Ibrahimovic, no cumple
esta máxima, estará fuera por mucho que sea uno de los diez mejores jugadores
del mundo y que su posición la ocupen muchas veces jugadores inferiores a él,
como Pedro.
Si un jugador, por muy bueno que sea, no acepta las normas
del entrenador, cree estar por encima de él, busca disputas para eliminar las
concentraciones o las comidas conjuntas e incluso se atreve a poner en duda los
planteamientos de su técnico, intentando hacer fuerza para que el resto de
compañeros también dude, se crea un problema mucho más grande que el
rendimiento individual de un jugador. Los decisivos son aquellos que creen en
su líder y eso hace que Zanetti, Materazzi, Motta, Samuel, Lucio, Sneijder,
Pandev, Chivu, Milito o Eto’o (casi todos descartes de otros equipos) consigan
ganar en un mismo año la Copa de Europa, la Liga nacional y la Copa de su país.
Hablamos de jugadores que no son necesariamente jóvenes, sino consolidados,
pero gente que se unió por un mismo objetivo, como antes Lampard, Terry, Drogba
o Cech, que eran jóvenes y no de talla mundial, se unieron para dar junto a
Mourinho ese “salto de nivel” y ser jugadores de títulos.
El Madrid tiene dos opciones en caso de conflicto. O apostar
por el entrenador y hacer un grupo a su imagen y semejanza (siempre que así ha
sido con Mourinho, los resultados han sido óptimos) o que el conflicto acabe
con su entrenador y la fuerza de ciertos jugadores se imponga hasta límites
insospechados. Porque lo que no ha conseguido controlar Mourinho nadie podrá
controlarlo, salvo que se arrodille al liderazgo-poder de los jugadores y no
del colectivo. Si el Madrid quiere aspirar a superar al Barcelona, a creer que
puede hacerlo, a no sentir que su modelo es inferior, para eso no necesita
grandes estrellas (ya las tiene) sino gente ambiciosa, sin miedos, con
convicciones, que crean en su entrenador y en sus compañeros. Si consigues un
vestuario así, con un entrenador así y compañeros como Cristiano Ronaldo,
Benzema o Alonso, y entrenamientos de calidad, entonces podrás conquistar el
mundo. Si no, tendrás un puñado de estrellas incapaz de superar al Barça y que
pierde más tiempo filtrando detalles a la prensa que trabajando en que su líder
crea en él como él cree en su líder. Por eso, a veces, fichar a un peor
jugador, puede hacer un mejor equipo.
Francisco Ruiz Beltrán es entrenador.
Autor del libro “Filosofía y manual de un entrenador de fútbol” (Wanceulen
Editorial). En Twitter: @Futbeltran
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