Jürgen Klopp.
por EMMANUEL RAMIRO el 16 octubre,
2015.
Jürgen Klopp no conoció a Ernest Edwards. Aunque
quizá entre carcajada y carcajada ya haya oído hablar de uno de los más míticos
editores del Liverpool Echo. Fue él, hace ya casi 110 años, quien
bautizó a la grada sur de Anfield como The Kop. Aquella mole de cemento
empinado le recordó a una de las faldas de la colina Spion, en Sudáfrica, donde
los Boers aniquilaron al imponente batallón de Lancashire. Corría el año 1900 y
3000 soldados de Liverpool perdieron allí la vida. Colina, en afrikáner, se
dice Kop, y ahora Jürgen tiene ahí su nuevo reto.
Reavivar la pasión, el entusiasmo y el ardor
guerrero de los habitantes de esa colina se presenta como necesario para
coronar nuevas cimas. Desde ese rincón del estadio llegará el rugido más fiel
para el nuevo general de la tropa. Un apoyo incondicional, no exento de la
mística que rodea siempre Anfield, que deberá retroalimentarse desde el verde,
desde el campo de batalla. Recuperar la autoestima y la motivación de sus
hombres será el primer paso de Klopp. El juego, los goles y las victorias,
llegarán después. Experto en agitar y exprimir los recursos, a orillas del
Mersey se encontrará con un contexto reconocible, un grande venido a menos,
pero en una competición, un país y un fútbol en el que nunca ha entrenado. El
técnico alemán también deberá hollar esa colina en lo que supondrá un choque
cultural y deportivo apasionante.
El simple anuncio de su fichaje ya contagió de
un optimismo desaforado a la parte roja de la ciudad de los Beatles. Apoyado en
su carácter extrovertido y carismático necesitó apenas una rueda de prensa
para ganarse a su nueva afición. El resto corrió a cargo de los empleados de
marketing del club que replicaron sus mensajes bajo el estribillo #TheNormalOne,
el nuevo hit de Liverpool. Y es que la distancia con su antecesor en el cargo
resulta sideral. Adiós al perfil bajo de Rodgers que terminó ahogado en sus
dudas. Hola a la icónica gorra y gafas de pasta con la que vislumbrar nuevos
horizontes.
EL KLOPP INTERINO
Nunca fue un gran jugador. Y su trayectoria
evolucionó de la delantera hasta el refugio del eje de la defensa donde sus
carencias se veían menos. Allí se asentó como un zaguero sólido que se limitaba
a despejar el peligro y a evitar meterse en problemas. Nunca jugó en la máxima
división y desde su salto a la profesionalidad solo vistió un camiseta, la del
Mainz 05, con la que disputó 325 partidos repartidos en un total de 11
temporadas, récord para el equipo de Renania. Mucho menos tardó en cambiar el
pantalón corto por el chándal. Hacía poco tiempo que le habían regalado una
pizarra. Era toda una señal. Casi sin darse cuenta estaba empezando su
andadura como entrenador a orillas del Rin.
Kloppo,
como es conocido en Alemania, se sentó por primera vez en el banquillo del
Mainz el 28 de febrero de 2001. Lo hizo de manera interina y tras el despido
inesperado del anterior técnico: Eckhard Krautzun. El Mainz jugaba fuera de
casa y había que encontrar un entrenador de emergencia. Los jugadores reunidos
con Christian Heidel, director deportivo del equipo, señalaron en una única
dirección. Jürgen era el elegido. La anécdota llegó con la posterior llamada
del entrenador de juveniles a la concentración.
¿Quién es el nuevo entrenador?
Durante los últimos 10 minutos, yo, contestó
Klopp con una media mueca.
Y así sería durante los próximos siete años.
Desde su interinidad evitó la caída a las catacumbas del fútbol alemán del club
de su vida, le salvó de la Tercera división y tras ese éxito firmó un contrato
de larga duración con Die Nullfünfer. Con Klopp a los mandos el
equipo abandonó el furgón de cola de la 2.Bundesliga y se aupó a la zona noble.
Su fútbol vistoso y descarado, sin los complejos de equipo pequeño que había
arrastrado en épocas anteriores, le valió para alcanzar la promoción de ascenso
dos años consecutivos (2002 y 2003). Pero entonces la suerte le fue esquiva.
En la 2002-2003 un gol separó a Kloop y sus
muchachos de la gloria. El Eintracht resultó más efectivo que ellos en el play-off final
y pocos pensaban que pudieran recuperarse de ese segundo varapalo. Lo hicieron.
En 2004 se desquitaron de las desilusiones pasadas y el Mainz alcanzaba por primera vez en su
historia la 1.Bundesliga. El equipo no solo contaba entonces con la admiración
y el apoyo de toda la ciudad, sino que la expectación levantada alcanzaba todos
los rincones de Alemania donde el Mainz, con Klopp al frente, se había
convertido en ese outsider simpático y respondón que llegaba a la máxima
categoría del fútbol alemán con ganas de marcha.
Ni tener el campo más pequeño de la Bundesliga
ni contar con el presupuesto más bajo impidió a Klopp y los suyos asentarse en
la máxima categoría del fútbol alemán. La capital de Renania-Paladino
disfrutaba con el juego directo, rápido y contragolpeador que Klopp imprimía a
su equipo. Señas de identidad que más tarde perfeccionaría en Dortmund. Antes le
dio tiempo a jugar la Copa de la UEFA con Die Nüllfunfer, otro hito más para
una ciudad en la que el fútbol siempre ocupó un segundo plano. El billete
europeo lo sacaron a través del ránking del Fair Play de la
UEFA, fue en la temporada 2005/06 en la que el futuro campeón, el Sevilla de
Juande Ramos, se cruzó en el camino europeo del Mainz.
Para entonces el equipo de Klopp ya no era
ninguna sorpresa, el equipo se había asentado entre los diez primeros de
Alemania y los rivales estudiaban a conciencia la forma de hacerles daño y
penalizar sus errores. La dinámica negativa llegó en 2007 y ahí Klopp se
mostró falto de ideas, sin soluciones para navegar a contracorriente y el
Mainz05 terminó ahogándose en el descenso. El técnico alemán no quiso, en cualquier
caso, abandonar a los suyos y continuó en la 2.Bundesliga convencido de
reverdecer viejos laureles, de devolver al equipo a la máxima categoría. No lo
consiguió y en el verano de 2008 puso rumbo a Dortmund.
EL KLOPP MEDIÁTICO
El carisma y desparpajado mostrado por Jürgen ya
en sus primeras ruedas de prensa en la Bundesliga no pasó desapercibido para el
mundo de la comunicación. Desde mediados de 2005 el entrenador del Mainz05 era
el encargado de comentar los partidos de la Mannschaft en la ZDF.
Su verbo fácil y sus explicaciones al alcance de cualquier aficionado
convencieron a los directivos de la televisión alemana para contar con él
también en el Mundial de Alemania. Aquel campeonato fue el salto al estrellato
mediático del irreverente y desaliñado Jürgen Klopp.
Sus análisis tanto en las retransmisiones como
en los resúmenes posteriores sorprendieron hasta al propio Beckenbauer, pareja
televisiva del nuevo técnico del Liverpool. Y su estilo supuso toda una
revolución en 2006 para la ZDF que comenzó a sobreimpresionar
las imágenes con flechas, círculos o triángulos para mostrar el fútbol de otra
manera, al más puro estilo Klopp, como si estuviera pintando sobre la pizarra
de su vestuario.
Más tarde, ya con el Dortmund no tuvo reparos en
mostrar ante las cámaras la joya de la corona del BVB: la Footbonaut.
Una revolucionaria instalación de entrenamiento con la que los jugadores
borusser mejoraban el pase, la capacidad de reacción, y los controles entre
cuatro paredes. Klopp, como licenciado en Ciencias del Deporte, ha sido siempre
un férreo defensor de la tecnología y ha intentado aplicarla en sus diferentes
equipos.
EL
KLOPP BORUSSER
En una de sus primeras entrevistas como
entrenador del Borussia, Klopp habló del peor momento de su vida. “Perder
a mi padre en el año 2000 debido al cáncer fue muy duro”, dijo, pero
rápidamente afloró una media sonrisa en su rostro: “Creo firmemente que
él está mirando desde allí arriba y se lo debe estar pasando pipa con lo que
está sucediendo aquí”. Puro Klopp. Y es que gran parte de los éxitos
cosechados se los debe a su padre. De él aprendió la cualidad que más destaca,
una dedicación total en busca de la perfección. Ese fue uno de los aspectos que
cautivó desde el principio a Reinhard Rauball, Presidente del BVB. Su capacidad
casi omnipresente dentro del club, al más puro estilo manager total y
convirtiéndose en la imagen más icónica de los Borusser.
Klopp es un tipo especial, algo que ha
demostrado en sus siete años como entrenador del Borussia Dortmund
(perfectamente detallados en este artículo), donde llegó a hablar personalmente
con patrocinadores del club para que siguieran apoyando al equipo en los peores
momentos. Muchas veces se ha vendido una imagen suya de nerd futbolístico,
de obsesionado de la tecnología y las grandes estadísticas para sacar ventajas
competitivas. El propio Klopp no ha dudado en soltar alguna carcajada cuando le
han abordado el tema. “En realidad de todos los datos estadísticos que
manejamos solo me interesan una fracción pequeña”, aseguró en Tagesspiegel en
2012.
Eso sí, Klopp es un enamorado del vídeo. Tal y
como ocurría en Dortmund antes, sucederá ahora en Liverpool, donde los DVD se
apilarán en su despacho. Allí repetirá su ceremonia el día después de partido,
viendo el encuentro en detalle, avanzando y rebobinando una y otra vez hasta
escudriñar las claves de la derrota o la victoria. Habitualmente tarda
entre cinco y seis horas en revisar un partido de 90 minutos y el martes, con
todo ya organizado y estructurado, el técnico alemán mostrará los clips a sus
hombres con lo que hicieron bien y lo que hicieron mal.
Tendrá bastante que observar y analizar en
Liverpool, donde al igual que le ocurrió en Dortmund llega a un gran equipo
venido a menos, con el rumbo desviado y con una plantilla descompensada y poco
apropiada para el estilo desarrollado por Klopp en anteriores aventuras. Sin
duda, está ante el reto de su carrera deportiva, el desafío necesario para
asentarlo definitivamente entre los mejores entrenadores del Viejo Continente.
Así se presenta Jürgen en la Premier League. Klopp in the Kop, donde necesitará
tiempo para implantar su estilo y títulos para calmar la nostalgia que inunda
las gradas de Anfield.
Emmanuel
Ramiro es
periodista.
martíperarnau.com
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