“YO NO SOLO QUIERO GANAR ... TAMBIÉN QUIERO SENTIR".
D. Torres/c. Ros
Jürgen Klopp, en una rueda de prensa /
“No tengo ganas de pasarme el día entero pensando en cosas
que podrían ser todavía mejor de lo que son”, dice Jürgen Klopp (Stuttgart,
1967), para explicar su optimismo compulsivo. El técnico del Dortmund, la
revelación de la Champions, campeón alemán en las dos últimas temporadas,
enseña una sonrisa poblada de grandes dientes y comienza a hablar.
Pregunta. ¿Por qué cambió la filosofía del fútbol alemán?
Respuesta.Se impuso a los clubes la obligación de tener
centros de rendimiento: profesores de fútbol, entrenadores juveniles mejor
preparados, y mejores condiciones. Y el que no los tenía, no conseguía licencia
ni para Primera ni para la Segunda División. Eso fue muy útil y ahora tenemos
una cantidad increíble de jugadores con talento. No dejan de aparecer nuevas
promesas. Nos hemos vuelto más valientes sacando al campo a chicos de 17 años.
Las cosas han cambiado tanto que ahora lo que nos falta es el juego aéreo. En
la selección no hay un solo cabeceador.
P. ¿Y la Bundesliga?
R. Es fantástica para el espectador. No es la mejor, pero
sí la Liga más atractiva de Europa. Va bien en lo económico y hay una
competencia muy reñida. Bueno, el Bayern gana un poco más... Y tenemos estadios
nuevos. En Sevilla he estado en los dos estadios: son viejos y sin ningún
confort.
P. ¿La tradición del líbero fue buena para el fútbol
alemán?
R. El gran impulso evolutivo de principios de los 90 vino
con el cambio a un marcaje por zonas centrado en el balón. Ya no se marcaba al
jugador. En Alemania, hasta 1994, si tu marca se movía, le seguías hasta el
baño. El marcaje en zona hizo que no tuvieras que limitarte a destrozar el
juego contrario, sino que podías desarrollar tu propio juego. Tardamos en
implementar el 4-4-2.
P. ¿Y los líberos?
R. Fueron perfectos en su momento. Tuvimos a Beckenbauer,
a Matthäus, y a Sammer en 1996. Jóvenes que hacían un juego muy inteligente.
Pero insistir en eso sin tener un diseñador del juego desde atrás ha sido
perjudicial.
P. ¿Cuál fue su mayor fuente de inspiración como técnico?
R. El ballet blanco, el Real Madrid de hace unos años.
Entonces pensé: “Si a ese potencial futbolístico le sumamos un plan defensivo…
lo convertiría en el equipo perfecto”. Y eso hizo el Barça.
Las cosas han cambiado tanto que hoy Alemania no tiene un
solo cabeceador”
P. El protestantismo inculca el ahorro y la austeridad.
¿Cree que por eso los clubes alemanes fichan menos y los mediterráneos
despilfarran?
R. El Mundial de 2006 supuso la mejor publicidad para
Alemania. No sabíamos que podíamos ser tan despreocupados, felices y alegres
como país. Tuvimos cuatro semanas de clima español, lució un cielo azul. Todos
estaban de buen humor, todos amaban la vida. Pero también está dentro de
nosotros no gastar más de lo que se ingresa; aunque el Dortmund lo olvidara
durante un par de años antes de que yo llegara... El ahorro es un rasgo típico
alemán. Pero no es tan triste como parece. Nos divertimos mucho.
P. El Dortmund rozó la bancarrota en 2005. ¿Su equipo es
el resultado de la crisis?
R. Cuando el club casi había sido rescatado se dieron
cuenta de que había que recobrar vitalidad. Y buscaron un entrenador vitalista,
que apuesta por un fútbol vivo, que se divierte, que ríe a pesar del descenso
del Mainz 05... Si no tienes dinero y, a pesar de todo, quieres calidad, tienes
que ser valiente. Y hemos fichado a jugadores muy jóvenes. Formamos una
comunidad muy fuerte. Hemos crecido juntos. No tener dinero no significa no
poder seguir trabajando, significa solamente que hay que encontrar otros
caminos. El club ha seguido su camino con un entrenador de Segunda y un equipo
muy joven. Y hemos sido campeones dos veces, lo que nos ha sorprendido.
P. ¿La imagen del Dortmund como club de trabajadores es
real o forma parte del folclore para diferenciarse del Bayern?
R. No, la región es así. Este es un genuino club de
fútbol: como uno imagina que debe ser. Y nos encanta que siga siendo un club y
no una empresa donde se dice: “hoy éste, mañana aquél...”. Queremos trabajar en
equipo con la gente durante más tiempo. Llevo cuatro años y mi contrato acaba
en 2016. Así se pueden desarrollar cosas nuevas. Veo ahora a jugadores de 10 o
13 años y los entrenaré en cuatro años.
P. ¿El Bayern sigue siendo el establishment?
R. El Bayern ha tomado decisiones increíblemente buenas
desde los años 70. Es el club más rico de Alemania y el más saneado de Europa.
Y ficha buenos jugadores y buenos entrenadores.
P. ¿Le ha sugerido alguna idea nueva La Masia?
R. No. Hacemos las cosas a nuestra manera. Copiar nunca
es bueno. Somos el único club del mundo que tiene un Footbonaut [dispositivo
mecánico de entrenamiento del pase que actúa con estímulos de color para
adiestrar la velocidad de reacción y la técnica].
P. ¿En qué se diferencia el Dortmund de la selección?
R. En la mentalidad de los entrenadores. Nosotros somos
más vivos. Soy más temperamental que Jogi [Löw]. Ese es también mi problema,
ser muy emocional. Cuando llegué al Dortmund, dije: “Si 80.000 personas vienen
cada dos semanas al estadio y en el campo se juega un fútbol aburrido, una de
las dos partes, el equipo o los fans, tendrá que buscarse un nuevo estadio”.
Muchos de nuestros fans recorren 800 kilómetros para vernos y vivir algo
especial. Hay que ir a todo gas. Lo hemos llamado fútbol a todo gas. Queríamos
derrochar vitalidad. Preferíamos dar cinco veces en el larguero que quedarnos
cuatro veces sin tirar a la portería. Mejor perder. Ese fue el comienzo. Tienes
que vincular a la gente al club. Los partidos deben tener un efecto más allá
del resultado. Todo el mundo sabe que se ha ganado 3-1. Pero lo que se siente
es el tiro, el gol, la parada: eso lo llevas dentro toda la semana. Si ganas
1-0 y el juego ha sido muy vivo, el fútbol queda legitimado. No me interesaría
tener a Xavi, Messi y Cristiano en el mismo equipo... Ser mejor de todas todas
es como si me pongo a jugar al tenis contra una niña de tres años y estoy al
otro lado y remato con fuerza y la niña está ahí de pie con la raqueta... no es
divertido. Pero si al otro lado hay un hombre y jugamos al ping-pong, si gano
está bien y si no gano probablemente me haya divertido. Para los aficionados es
como una droga. Yo no solo quiero ganar, ¡también quiero sentir!
P. La masa salarial del Dortmund es menos de la mitad que
la del Bayern, y menos de un tercio que la del Barça y el Madrid. ¿Cómo retiene
a los jugadores?
R. Hablamos de unos 60 o 65 millones… Incluso el
Tottenham paga mucho más. Pero somos uno de los seis equipos de Europa que
podemos ganar títulos. En España, el Barça y el Madrid. En Inglaterra, el
United, el Chelsea y el City. En Italia, solo la Juve. Nuestros jóvenes saben
que en otro lugar podrían ganar más dinero. Pero aquí pueden hacer historia. Si
llegas ahora al Barça serás campeón, campeón y campeón, pero ya lo eran los 10
años anteriores.
P. ¿Su estilo se aproxima más al Madrid o al Barça?
R. Al Barça por la presión. Por la defensa alta. Todos
quieren jugar como el Barça, pero no es posible. El Barça tampoco podría sin
Xavi, Iniesta y Messi. Pero su plan defensivo es perfecto. Quizá ese sea
también el problema de Mourinho: que aunque ha pensado mucho en mejorar
defensivamente, lleva años sin fichar un defensa, porque a nadie la ha
interesado quién juega detrás. Nosotros queremos ser muy, muy rápidos con la
cabeza y las piernas. Todo a máxima velocidad. No hay defensa frente a lo que
hagas de forma rápida y precisa.
R. ¿Por qué contra el Madrid renunció al balón?
R. Ese día tuvimos la mejor idea porque sabíamos quién
tiene problemas cuando domina el balón. Sabíamos adónde enviarían los pases,
cómo buscarían a Cristiano. Nuestro plan fue dejar fuera de juego a Xabi
(disculpa, Xabi, pero ese era el plan A). Porque si Alonso puede jugar como
quiere es imposible defenderse del Madrid. Y Götze lo tapó. Sabíamos que si
nuestros laterales, Piszczek y Schmelzer, se movían mucho, la ventaja estaba de
nuestro lado con Cristiano. Si bloqueas a Xabi, obligas a Pepe a tener siempre
el balón. Y eso supone una diferencia.
P. ¿Los jugadores son sus amigos?
R. No. Ellos son amigos míos, pero yo no soy amigo suyo.
Eso no funciona.
P. ¿Le temen?
R. Cambiaría eso si pudiera. Me gustaría ser más
tranquilo. Bueno, esto de la cara... No sé por qué ocurre. Siempre aprieto los
dientes. Cuando veo un niño pequeño, un bebé, aprieto los dientes. Resulta
horroroso, el niño empieza a llorar y tengo que marcharme. Con los árbitros,
parecido. Pero cuando estoy exultante de alegría tengo un aspecto muy similar.
A veces me da miedo esa cara, pero la conozco desde hace 45 años. Se
sobrelleva. Cuando juego al tenis, doy un golpe de derecha y también me ocurre.
P. ¿Es supersticioso?
R. A veces. Aunque no tengo buena memoria para eso.
Olvido lo que he hecho. Por ejemplo, atar los cordones de los zapatos, derecha,
izquierda, la próxima semana ya no sé cómo se hace…
P. ¿Siente que su equipo se ha hecho a la Champions?
R. Teníamos que ofrecer estos resultados
internacionalmente para que ahora nos miren todos los periódicos ingleses. El
año pasado celebramos una doble victoria y no interesó a nadie. Arrebatamos
ocho puntos al Bayern, los derrotamos 5-2 en la final de la Copa. Y el mundo
entero dijo: “¿y qué?”. Y llega la Champions, vencemos al Madrid, vencemos al
City y ahora nos miran todos.
Guardiola tiene que enseñarnos cómo se hace con jugadores
algo menos buenos”
P. ¿Y su favorito entre todos los jugadores del mundo?
R. Messi es el mejor. Pero tiene que haber vida en algún
lugar ahí fuera, en algún otro planeta. Porque él es demasiado bueno y nosotros
somos simplemente demasiado malos para él... A mí no me interesa quién es el
mejor, sino quién saca lo mejor de sus posibilidades. Con el que disfruto
realmente es con Michu del Swansea. Nadie lo conocía, ahí está la emoción. Todo
el mundo conoce al mejor, cualquiera sabe quién es el mejor. Pero ¿quién
resulta fascinante?
P. ¿Y el mejor entrenador?
R. Del Bosque es un superentrenador pero tiene un equipo
extraordinario. Sería interesante ver qué hace con Osasuna. Soy el entrenador
del año en Alemania, pero lo de Christian Streich en el Friburgo es increíble.
Como yo antes en el Mainz: hicimos algo realmente bueno pero no le interesaba a
nadie. El mejor no siempre es el que tiene el mejor equipo. Cualquiera podría
entrenar a mi equipo. Quizás no se conviertan todos los jugadores en maestros,
pero lo que es entrenarlo, eso puede hacerlo cualquiera, son superjugadores. Si
tienes un equipo con poco talento y, sin embargo, tienes éxito, entonces es
emocionante.
P. ¿Qué le aportó Guardiola al fútbol?
R. Lo más impresionante del Barça es con qué ganas
juegan. Messi marca y grita de júbilo como si fuera la primera vez. Xavi recibe
cada balón como si fuera el primero de su vida. Y tienes la sensación de que
querría cogerlo y besarlo y contemplarlo y seguir jugando. Lo mismo Iniesta.
Busquets es el antipático en el centro del campo, el responsable del trabajo duro.
Puyol es increíble, un peinado espantoso, pero un superjugador, un ser humano
de primera, con un corazón muy grande, se rompe el codo y al cabo de dos
semanas está jugando otra vez. Con cuánta motivación luchan por la victoria. En
eso son un modelo. Leí una entrevista a Xavi. Le preguntaban si quería ser
entrenador y él decía: “No tengas tanta prisa, déjame disfrutar de mi época de
jugador”. Y piensas: “Juegas al fútbol cada dos días desde hace 20 años ¿y aún
quieres seguir?”. Eso lo dice todo sobre el juego, pero también sobre Xavi. Son
los mejores del mundo. Y eso lo ha impulsado Pep, está claro. Ha sido un
trabajo excelente. Pero no siempre tendrá jugadores como esos en todos los
clubes, y él lo sabe. Ahora tiene que enseñarnos cómo se hace cuando los
jugadores son algo menos buenos.
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