El técnico cumple 100 partidos en su momento más delicado
con el Bayern, que debe voltear en Múnich el 3-1 ante el Oporto tras la crisis
por la marcha del cuadro médico.
Alejandro ciriza/ Madrid.
Guardiola charla con Schweinsteiger en el entrenamiento. /LARS
BARON (GETTY)
Lo que en otro club y otra circunstancia resultaría un
escenario idílico, en el Bayern tiende
a convertirse en un engorro mayúsculo. “Este es un gran club: si ganas eres un
genio, pero si pierdes todo son problemas. Es la naturaleza de mi trabajo”, se
resignó el técnico del equipo, Josep Guardiola, antes de que sus hombres
intenten voltear este martes (20.45, Canal+ Liga de Campeones) una eliminatoria
que se les puso muy cuesta arriba en Do Dragão. Allí, el Oporto de Julen
Lopetegui les doblegó (3-1) contra todo pronóstico y destapó la caja de
los truenos en Múnich.
A un solo paso de la Bundesliga —si vence el próximo sábado
al Hertha volverá a proclamarse campeón de Alemania—, semifinalista en la Copa
y cuartofinalista en Europa, el preparador vive su momento más delicado desde
que aterrizase en el mastodonte bávaro. Ante los portugueses cumplirá 100
partidos con el Bayern y su balance es rotundo: cuatro títulos (Liga, Copa, Mundial de Clubes y Supercopa de Europa); 78
triunfos, 10 empates y 11 derrotas; y 259 goles (solo 68 encajados)
durante el poco más de año y medio que lleva al frente de la nave. Las cifras
son brillantes, pero la crítica arrecia.
Fiscalizado siempre por la futbolera cúpula del club, para
la que no existe mayor tentación que la Champions, al entrenador se le reprocha
públicamente —“falta autocrítica”, censuró tras la derrota en Portugal el
director general, Karl Heinz Rummenigge; “tenemos que espabilar un poco”,
añadió el director deportivo, Matthias Sammer— y se le responsabiliza de la
marcha del doctor Müller-Wohlfahrt, después de 38 años en la entidad, debido a
un desencuentro por las reiteradas lesiones que sufre el equipo. Ahora mismo
están en la enfermería Ribéry, Robben, Javi Martínez, Benatia y Alaba, de la
que salieron recientemente el español Thiago (lesionado dos veces de
gravedad desde su desembarco en Múnich) y Schweinsteiger, que vuelve a la
convocatoria.
“Mi futuro es el
siguiente: el miércoles fiesta, el jueves entrenamiento y, por supuesto, el año
que viene seguir aquí”, manifestó Guardiola, que celebra un centenario
envenenado y se enfrenta a la estadística adversa que ofrece su propio pasado
como técnico: solo una vez, ante el Arsenal en 2011, volteó en casa una
eliminatoria adversa en la Champions; Inter (2009), Chelsea (2012) y Real
Madrid (2014) le apearon. "Sin importar lo que pase mañana [por hoy], yo
estoy al cien por cien con mi equipo. Lo que los jugadores han hecho en esta
situación es extraordinario. Estos jugadores seguirán siendo mis héroes el
resto de mi vida”, subrayó el de Santpedor, con una camiseta negra en la que se
leía el hashtag #JusticiaParaTopo, en recuerdo del
periodista argentino Jorge Topo López, fallecido en una
colisión de vehículos durante una persecución en São Paulo, en el Mundial de
Brasil.
"Un 2-0 en casa para el Bayern no requiere de milagros,
pero naturalmente es algo que se tiene que lograr antes de hablar de ello. No
debemos ser kamikazes", declaró el delantero Thomas Müller. "Tenemos
noventa minutos. No tenemos que marcar a toda costa un gol en los primeros 10,
aunque si lo logramos estaría muy bien", prolongó el capitán, Philipp
Lahm.
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