El Bayern remonta con un 6-1 al Oporto y pasa a semifinales.
El cuadro de Lopetegui paga su timidez en el Allianz Arena
de Múnich (6-1)
CAYETANO ROS. /elpaís.es
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Thiago cabecea en el primer gol del Bayern. / L.
BARON (GETTY)
Pep Guardiola celebró su centenario como entrenador del Bayern con
una primera parte exquisita que derritió las buenas maneras de unOporto que
había llegado invicto al Allianz Arena. La voracidad y la finura del cuadro
bávaro, con una perfecta ocupación de los espacios, permitió la remontada y su
presencia en las semifinales. El carácter intimidatorio del Bayern ha dejado
tres víctimas en esta edición de la Champions: el Roma (1-7) en la fase previa,
el Shakhtar (7-0) en los octavos de final y anoche el Oporto (6-1).
La cara exultante de Thiago camino del descanso, repartiendo
guiños y miradas de complicidad, retrataba el recital del Bayern en el primer
periodo, el partido perfecto imaginado por Guardiola. A fin de remontar el 3-1
de la ida, el técnico catalán ensanchó el campo con dos jugadores por ala: Rafinha y Lahm por
la derecha; Bernat y Götze por la izquierda, mientras Xabi Alonso, Thiago
y Müller se apoderaban del ritmo de la medular. La consecuencia fue demoledora
para el Oporto. El Bayern disfrutó de superioridad en cada parcela: por cada
jugador del conjunto portugués, dos del cuadro alemán. El Oporto había salido a
defenderse sin ser un equipo predispuesto para ello. Y de pronto toda la
inexperiencia de sus jóvenes (Oliver Torres, Casemiro o Diego Reyes)
se convirtió en un bloqueo mental, sin saber qué dirección tomar.
Bayern: Neuer; Rafinha (Rode, m. 71),
Boateng, Badstuber, Bernat; Müller, Alonso, Lahm, Thiago (Dante, m. 89), Götze
(Weiser, m. 86); y Lewandowski.
Oporto: Fabiano; Diego Reyes (Ricardo, m. 32),
Marcano, Maicon, Martins Indi; Casemiro, Herrera, Oliver Torres; Quaresma
(Ruben Neves, m. 46), Brahimi (Evandro, m. 66); y Jackson Martínez.
Goles: 1-0. M. 13. Thiago. 2-0. M.
22. Boateng. 3-0. M. 26. Lewandowski, de cabeza. 4-0. M. 36. Müller.
5-0. M. 40. Lewandowski. 5-1. M. 73. Jackson Martínez. 6-1. M. 88. Alonso.
Árbitro: Martin Atkinson. Expulsó a Marcano (m.
86) por dos amarillas. Amonestó a Herrera, J. Martínez, Badstuber, Ricardo.
75.000 espectadores en el Allianz Arena.
El baile del Bayern lo inició Bernat con sus caracoleos por
el extremo izquierdo ante un Diego Reyes, que suplía la baja por sanción de
Danilo, totalmente desbordado. Al centro enroscado de Bernat al primer palo
acudió Thiago para cabecearlo. Si no fuera por las lesiones, tan frecuentes en
los dos últimos años, la figura del mediocentro hispano-brasileño sería ahora
gigantesca en el Bayern. Lo puede ser en breve porque ya está otra vez en forma
como demostró al marcar en la ida y en la vuelta, en sus dos únicos remates en
esta Champions. Esa habilidad para llegar por sorpresa desde la segunda línea.
A eso une su facilidad para aparecer en la zona de tres cuartos y burlar
rivales, bien con un cambio de ritmo o con un pase a la espalda de la zaga.
“Niemals aufgeben (nunca rendirse”, rezaba un
mosaico en una de las gradas del Allianz Arena. Los tres primeros goles
llegaron de cabeza. En el segundo impuso la corpulencia de sus centrales:
prolongó con la testa Badstuber —sustituto anoche de Dante, tan desacertado en
Dragão— y volvió a cabecear Boateng. Fabiano, el portero brasileño del Oporto,
se trastabilló antes de impulsarse hacia su poste izquierdo. El tercer tanto ya
fue mucho más fino, una obra de orfebrería: el centro desde la derecha de Laham,
el desvío intencionado de Müller y el cabezazo picado de Lewandowski (una
jugada de 27 toques, un récord en esta Champions). El delantero polaco araña
cada día el retrato del jugador que fue en el Borussia Dortmund y cada día se
parece más. En el quinto tanto, fue puro Lewandowski al disparar cruzado desde
la frontal del área. El cuarto, de Müller, fue un rechazo de Martins Indi, que
despistó a Fabiano, ya de por sí perdido toda la noche. Müller ya es el máximo
goleador alemán en la historia de la Champions, 27, uno más que Mario Gómez.
El Bayern se destensó en la segunda parte y el Oporto,
perdido por perdido, logró desinhibirse y jugar a lo que sabe, al ataque. Se
lesionó Rafinha, la enésima lesión en el cuadro bávaro, con o sin Doctor
Milagro, marcó de cabeza Jackson Martínez y el Allianz Arena empezó a
temer por el resultado. Un temor acrecentado por el regate posterior de Jackson
a Badstuber, al que dribló como a un cono, antes de cruzar demasiado en el
disparo.
Poco antes de marcharse y recibir
los agasajos de la grada, Thiago dejó otro cambio de ritmo, propició la entrada
de Marcano y la expulsión del central español. La falta, enroscada y por encima
de la barrera, la clavó Alonso donde quería, una forma de resarcirse de su
error en el partido de ida. La mejor manera de cerrar la fiesta bávara.
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