“El viaje a
la vida”, nuevo libro de Eduardo Punset.
«Basta ver
lo que dicen los jóvenes en las plazas y en sus móviles, convertidos en
portavoces de la inmensa mayoría, para constatar que la manada ha abandonado
toda esperanza de que el Estado pueda actuar como vehículo de la reforma
social».
El viaje a la
vida, de Eduardo Punset.
Actualidad
editorial:
Eduardo
Punset es el
autor de divulgación científica con más lectores en España. Profesor de
Ciencia, Tecnología y Sociedad en instituciones universitarias, también ha sido
conferenciante y ponente en congresos científicos internacionales. Ahora llega
a las librerías uno de sus aclamados viajes, El viaje a la vida (Ediciones
Destino, 2014).
En este caso Punset nos descubre cómo la empatía y la intuición
cambiarán nuestro futuro, y para ello son muchas las cuestiones que pueden
llegar a plantearse: ¿Por qué el hombre se empeña en conseguir aquello que
considera imprescindible, aun a sabiendas que una vez alcanzado no cambiará su
destino? ¿Por qué el ser humano busca el triunfo y qué está dispuesto a
sacrificar por ello? ¿Por qué le hace más ilusión y le produce más
felicidad todo lo que espera lograr en un futuro más o menos cercano, que lo
que está realmente viviendo en el presente? ¿De dónde surge ese sesgo
optimista? ¿Existe la conciencia si no estamos conectados entre nosotros? ¿Por
qué la gente tiende a olvidar el valor de la intuición a la hora de que nuestra
conciencia tome decisiones y emita juicios cotidianos? ¿Son verdaderamente
necesarias las instituciones para relacionarnos entre las personas? ¿Es cierto
que cualquier tiempo pasado fue mejor?
«Antes
íbamos perdidos, pero ahora sabemos que la intuición puede guiarnos, mejor
incluso que la razón, en nuestras distintas rutas personales. Cada una de nuestras
decisiones responde a mecanismos que la ciencia tiene identificados. Conocerlos
equivale a saber cómo somos por dentro».
Siempre se
ha aceptado la tesis acerca del motor de la civilización según la cual, ésta habría
evolucionado desde comunidades reducidas, aisladas, primitivas y burdas, hasta
sociedades con Estado, civilizadas, marcadas por el dinero y con la soberanía
de los poderes públicos. De momentos en los que conceptos como amistad, amor o
comprensión casi no existían, se pasó a situaciones marcadas por la empatía y
la comunicación. De hecho, el proceso evolutivo ha llegado hasta un punto tal,
que el grupo ya ha conseguido valerse por si mismo: no necesita del apoyo
interesado de terceros para cuidarse, progresar y crecer. Llegará un día en que
nadie se cuestionará que la mejor manera de ser feliz será haciendo feliz a los
demás.
La
verdadera meta del hombre es alcanzar el cambio que le permita liberarse de
ataduras. Por lo
pronto, la juventud es cada vez más reticente a identificar el Estado como el
necesario impulsor de cualquier reforma social coherente. Son varios los
descubrimientos cuya evidencia ha conseguido transformar el mundo actual: la
intuición como fuente primordial del conocimiento, incluso por encima de la
razón; la capacidad transformadora del estudio para incidir en la plasticidad
cerebral; y la enorme utilidad que tiene la aplicación de determinados cánones
educativos para incidir en comportamientos futuros.
«El último
mono en la escala corporativa es el ser más desprovisto de poder. El jefe del
Gobierno o de una determinada área tiene y ejerce, aunque diga lo contrario, un
poder sin apenas límites».
¿Cómo es
ser un humano? Fue
hace miles de años cuando el hombre decidió dejar el aislamiento en que vivía,
y ampliar los grupos sociales de tipo familiar a grandes tribus en las que se
compartía forma de vida, trabajo, ideas, incluso creencias, música y arte. Se
iniciaba un cambio en el escenario de poder definido por la lucha entre los
genes y la cultura. Dentro de esa sociedad cada miembro es consciente del lugar
que ocupa en el esquema organizativo, y por tanto, del grado de poder
individual que ostenta. Como animales sociales, la empatía es la base de
conexión con otros miembros, y en ella desempeñan un papel clave las llamadas neuronas
espejo, aquellas que permiten a los humanos deducir lo que los demás piensan,
sienten o hacen.
Esta nueva visión del cerebro admite que el hombre aprende en
buena medida por imitación de aquello que dicen y hacen los demás. Los sentidos
se constituyen entonces como ventanas al mundo exterior que permiten entender e
interpretar la realidad. La intuición, cuando se produce, debe venir acompañada
de cierto esfuerzo de la persona por saber qué hacer con ella. Aunque nos
podemos fiar de ella, requiere de cierta práctica y formación para convertirla
en una fuente de conocimiento tan útil como la razón.
«Para que
haya evolución es imprescindible que exista la acción. Correr, agarrar o
esquivar son actos para interactuar con el entorno. Hablar, escribir o cantar
nos sirven, además, para comunicarnos con nuestros semejantes. Todo esto
implica movimiento, ya sea antes, durante o después».
Más
intuición y menos Estado.
El desafío es buscar la esencia del pasado, el anarquismo liberal que permita
eliminar el peso del Estado. El hombre bípedo que ha sabido aumentar su
esperanza de vida y aprovechar su capacidad de movimiento, ahora también es
consciente de su plasticidad cerebral y por tanto, de su enorme poder no solo
para innovar, sino también para mejorar la sociedad. Esa persona está
descubriendo que sus planteamientos más nuevos van dirigidos a recuperar una
filosofía basada en las libertades individuales, que acepta el desafío de
buscar la esencia del pasado, el anarquismo liberal, con una voluntad libertaria
que le permita eliminar el peso del Estado.
Una vez
asumido el poder del individuo y las transformaciones esenciales que con él
pueden enfrentarse, es hora de recurrir a la intuición como fuente clave del
conocimiento. El apoyo de las tecnologías resulta vital para diseñar una
adecuada reforma educativa, y para buscar un camino alternativo al poder del
Estado. Para coger ese tren resulta necesario entender el comportamiento global
del cerebro a partir de sus partes, comprender, de una vez por todas, qué nos
pasa por dentro. Y ahí es donde las tecnologías allanan el camino y abren
nuevas competencias en la actual sociedad del conocimiento.
«Ya es
hora de que esta reflexión conduzca a una reforma educativa que se adecue a las
condiciones de la vida actual. Se trata de no perderse en los dogmas del pasado
y superar las premisas del antiguo sistema educativo, elaborado en el contexto
de la Revolución industrial».
Eduardo
Punset (Barcelona,
1936) es autor de numerosos libros, con más de un millón y medio de lectores,
entre los que cabe destacar títulos como: El sueño de Alicia (2013), Lo
que nos pasa por dentro (2012), Viaje al optimismo (2011), Excusas
para no pensar (2011), Viaje a las emociones (2010), El
viaje al poder de la mente (2010), El templo de la ciencia (2008), El
viaje al amor (2007), o El viaje a la felicidad (2005).
Sus obras han sido traducidas a diversos idiomas extranjeros (inglés, italiano,
francés, portugués, coreano, croata, húngaro y chino) además de al catalán y al
vasco. Sus libros pueden adquirirse en dieciséis países de tres continentes
diferentes. Con más de un millón de seguidores en Facebook y 600.000 en
Twitter, Eduardo Punset es una de las voces con más proyección en redes
sociales.
El
viaje a la vida.
Eduardo Punset. Ediciones Destino, 2014.
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