EVOLUCIÓN DEL ENTRENAMIENTO.
Cada época tiene sus tendencias o modas que la
caracterizan. También en el fútbol. Mientras que la enseñanza y los
entrenamientos en el fútbol se orientaban en los años 60 y 70 principalmente en
la mejora de la ejecución de los gestos técnicos, en la década
siguiente el enfoque se dirigía por primera vez hacia una óptima preparación
física del futbolista para después en los años 90, como demostró magníficamente
el Mundial de 1990 en Italia, dar a los aspectos tácticos un peso
casi dominante en la preparación y formación de los futbolistas.
Y ahora, coincidiendo con el inicio de un nuevo ciclo,
¿qué características tiene o tendrá la enseñanza del fútbol en esta primera década
del milenio? Seguramente, cada país tendrá visiones bien distintas, según sus
necesidades o exigencias, pero sería interesante saber qué tendencia será
finalmente la que va a dominar a nivel mundial en los años siguientes.
Hay un aspecto del rendimiento de un jugador, al que no se
ha dado todavía la debida importancia dentro de la enseñanza y que puede
caracterizar la segunda década del siglo XXI: la capacidad de inteligencia de
juego, auténtico motor de cualquier prestación futbolística y responsable de la
calidad de juego. La inteligencia del futbolista será sin duda un importante
criterio para evaluar su rendimiento.
Debido a los estilos de enseñanza excesivamente dirigidos
que la gran mayoría de los formadores y entrenadores siguen utilizando en su
trabajo con sus jugadores, el desarrollo de la inteligencia del jugador está
todavía a un nivel bajo. Las reiteradas instrucciones y avisos de los
formadores-entrenadores a sus jugadores antes del partido y también durante su
desarrollo son del todo insuficientes e incluso a veces contraproducentes para
llevar nuestro fútbol a un nivel más alto.
Para mejorar su nivel a medio y largo plazo hace falta,
entre otras cosas, empezar desde la iniciación con un sistemático desarrollo
del pensamiento y comportamiento técnico-táctico del jugador y de una
progresiva estimulación de sus capacidades perceptivas e intelectuales. Debido
al hecho de que junto con el toque del balón se desarrollan las capacidades
cognitivas del jugador surge la necesidad de estimular en la formación de
nuestros jóvenes valores también el cerebro.
EL FÚTBOL MODERNO EMPIEZA EN LA CABEZA Y TERMINA CON LOS
PIES
Es sabido que observar, practicar y experimentar crea en
cualquier niño experiencias de distinta índole. Utilizar estas experiencias
propiamente construidas, posibilitan llevar al joven jugador a comportamientos
correctos en distintas situaciones de su vida y también en el propio juego del
fútbol. Pero si nadie aconseja al niño acerca de sus experiencias propiamente
adquiridas, tardaría mucho o no llegaría a un alto nivel de prestación. Para
lograrlo precisa de las experiencias de un adulto, en palabras y sobre todo por
medio de ejemplos. Eso no sólo es válido en todas las situaciones de la vida de los
niños (por ejemplo en la escuela o en la familia), sino también en el campo de
desarrollo del pensamiento y comportamiento táctico del fútbol.
Todos los jóvenes deberían ser expuestos, lo antes posible,
a juegos simplificados durante los entrenamientos, ya que es la mejor forma de
que ganen conocimientos y experiencias tácticas acerca de una correcta
adquisición de hábitos técnico-tácticos... ¡cuántos más conocimientos
adquieran, mejor. Pero la experiencia subjetiva no es del todo suficiente y el
adquirir conocimientos y experiencias es más bien el resultado de un proceso pedagógico
bien estudiado en el cual el formador por medio de preguntas clarificadoras y
de demostraciones a los alumnos tiene la tarea de hacer visibles y entendibles
los conocimientos y experiencias recientemente ganadas del alumno. Una
estimulación con una pregunta, un aviso o un consejo, una explicación o una
demostración por parte del formador, junto con un número suficiente de repeticiones
de la misma situación de juego y finalmente la transferencia de la solución del
problema a situaciones de juego muy similares por medio de variantes,
construyen en la mente del joven futbolista un fundamento sólido para el
desarrollo de su inteligencia de juego.
Se puede hablar solo de un aprendizaje significativo
cuándo se combina el aprendizaje motor con el aprendizaje cognitivo.
EL JUEGO MODERNO. EL JUEGO BONITO
Así como cambió el enfoque de los entrenamientos de los
futbolistas en las últimas décadas, también evolucionó el espectáculo de fútbol
desde su infancia (hace más de 160 años) hasta el día de hoy. En los últimos años
y gracias a los avances introducidos en el fútbol español por el técnico del FC
Barcelona, Pep Guardiola, se han producido unos cambios muy significativos.
Surgió un nuevo estilo de juego moderno que logró llevar tanto al FC Barcelona
como a la Selección Española a ganar entre 2008 y 2012 todos los títulos
posibles a nivel mundial, atrayendo en pocos años por su juego fácil y bonito
la atención y admiración de millones de personas.
La característica principal del juego del tiki-taka español
es la posesión del balón, admirada primero por todos y después copiado
por otros equipos sin llegar a su perfección. El portero, en vez de
despejar el balón hacia el campo contrario cómo hicieron casi todos los equipos en el
pasado, cada vez más equipos intentan ahora construir el juego desde
atrás, con paciencia, manteniendo la posesión del balón con pocos toques
de cada jugador y si es posible a ras de suelo con el fin de garantizar
velocidad en su circulación. Durante varios partidos el FC Barcelona efectuó
cerca de 900 pases (antiguamente se llegaba a 300), lo que resultó en largos
períodos de posesión del balón y también en más goles. Los campos cada vez más
cuidados permitieron un juego que más que nunca se basa en el pase y en las
recepciones y controles orientados del balón en detrimento a las largas
conducciones del balón. Los pases son los elementos técnicos más utilizados
en ataque mientras que los defensas recuperan en el juego moderno más balones
por saber interceptar o anticipar los pases de los contrarios que con sus entradas
en el 1 contra 1.
Además, el juego moderno está caracterizado por rapidísimas
transiciones de ataque a defensa y viceversa, porque inmediatamente después de
la pérdida del balón, los defensas más cercanos al lugar de la pérdida van a
presionar al contrario que conquistó el balón, cerrándole enseguida las líneas
de pase. El pressing en el campo contrario no tiene solo la ventaja
para poder contra-atacar a una defensa no óptimamente formada sino evitar
que la mayoría de los atacantes corran hacia atrás para replegarse y formar un
bloque defensivo delante de su área de penalti. El juego moderno (2013)
exige mucha intensidad, es decir, una alta disponibilidad de los
10 jugadores de campo para intervenir en el juego, sin y con el balón.
Esta intensidad se queda reflejada con los metros recorridos de cada uno de
los jugadores y de todo el equipo. Esta estadística se relaciona muy acertadamente
(más que el porcentaje de la posesión del balón) con el resultado obtenido.
Hay que procurar que nuestros jóvenes aprendan a jugar
con su cabeza antes de hacerlo con su pies.
Recorrer muchos metros es la principal garantía de atacar
mejor. Porque cuando uno corre mucho, por ejemplo sin balón, cuando un
compañero lo posee, significa que está ofreciendo opciones de jugada. Y si son
varios los que se desmarcan, resulta que no solo se aumentan las opciones de
juego sino que se enriquece la calidad del mismo por generar más espacios donde
el que recibe el balón podrá evolucionar con más facilidad. En el histórico
partido de Bayern Munchen contra FC Barcelona la totalidad de los jugadores
alemanes (sin tener en cuenta su portero) recorrieron según la TVE 108.185
metros y los españoles solo 101.662 metros, es decir 7 km menos.
Si diseccionamos esos 7 km en posibles ayudas a un compañero
en defensa o en desmarques para dar una opción más de juego (que suelen ser
carreras cortas de 7 o 8 metros) nos salen 875 carreras o apoyos que han
enriquecido su juego. Les han permitido en el juego defensivo conquistar más
balones, llegar con acierto a balones divididos, cerrar espacios para cerrar líneas
de pases y forzar más errores al contrario por estar siempre encima. Al
contrario el juego ofensivo se ve beneficiado por la disponibilidad de trabajar
en el campo de juego. Cuánto más corran los jugadores mejor saldrán sus acciones
ofensivas. Se genera más espacios, necesarios para poder atacar con eficacia.
Por desmarcarse constantemente se evita la presión de los contrarios, se genera
más tiempo para efectuar con más facilidad controles orientados y se gana mejor
la posición al contrario en el juego aéreo. Por eso en el fútbol moderno se
relaciona siempre la intensidad con el éxito, lo que no suele ocurrir
con la estadística del porcentaje de la posesión del balón. Recorrer
unos km. menos tiene numerosos efectos colaterales que resultan en la pérdida
del partido.
Es igual que en las empresas. Una empresa que está en más
sitios es la que generalmente gana más. Lo que en el fútbol se llama intensidad
en el mundo empresarial se llama red comercial y marketing. El fútbol moderno
exige que todos los jugadores, incluidos los porteros asi como los defensas,
sepan pasar el balón en distancias cortas, es decir deben disponer no solo de
técnica y fuerza o excelentes capacidades en la comunicación y cooperación sino
además tener la capacidad de leer el juego en cada momento.
Para no cometer errores deben tener muy buena preparación en
dominar las cuatro fases: Percepción – comprensión e interpretación – toma de
decisión – ejecución, de cualquier
acción futbolística o dicho con otras palabras, los jugadores deben ser
inteligentes. Investigaciones en el fútbol profesional han demostrado que más
del 60' de todas las pérdidas del balón tienen su origen en errores en
la percepción y toma de decisiones en vez de ser causadas por errores en
la ejecución del gesto técnico. Por eso sorprende que todavía en la
mayoría de los pases miembros de la FIFA el entrenamiento del fútbol se
concentra en gran medida en la enseñanza de gestos técnicos.
En el juego moderno ningún jugador tiene durante los 90
minutos de juego el balón por más de 90 segundos. Es decir, cualquier
futbolista juega más de 88 minutos y medio sin tener el balón. Uno se
pregunta, ¿están preparados a aportar algo importante a su equipo cuando
no tienen el balón? ¿Saben lo suficiente sobre el juego sin balón?
”La inteligencia es realmente lo que marca la
diferencia… entre unos y otros jugadores”.
Libro de Horst Wein.
Contraatacar con inteligencia. 2013
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