Inteligencia ejecutiva y emocional
Ana Pérez - 08/10/2012.
Hace unos meses, un fabricante de lubricantes de automóvil llevó a Cristiano
Ronaldo a un centro de alto rendimiento en Madrid para detectar cuáles
son las armas que le hacen tan especial. Además de sus capacidades físicas
evidentes, también analizaron sus habilidades mentales. Le pusieron
unas gafas de rastreo ocular que pretendían registrar dónde fija su atención
CR7 cuando juega. El resultado fue impresionante. Su mirada hacía
movimientos precisos desde el balón hasta la cintura del contrincante,
adelantándose siempre al movimiento que iba a hacer.
Según la psicóloga del deporte Zoe Wimhurst: “Si le preguntaras a
él, no sabría decirte a dónde está mirando, porque todo está en su
subconsciente. Él sabe dónde recoger la información que necesita para obtener
los mejores resultados”. Muchas horas de entrenamiento y miles de partidos
jugados se lo han enseñado, y lo hace inconscientemente, como cualquiera de
nosotros es capaz de llegar al trabajo en coche sin pensar en qué marcha
estamos metiendo. En la década de 1970, el neurólogo Benjamin Libet revolucionó
la neurociencia al revelar que nuestro cerebro toma decisiones antes de
que seamos conscientes de ellas. “Se trata de un mecanismo de
supervivencia que desarrollamos tras años de competencia por subsistir y
reproducirnos en un medio hostil”, asegura Manuel Martín-Loeches,
neurocientífico del Instituto Carlos III de Madrid.
Más inteligentes
De hecho, según el propio Martín-Loeches los futbolistas de
élite actuales no son más que el mayor exponente del cazador y guerrero con
cerebro altamente preparado en que se ha convertido el Homo sapiens moderno.
“Un partido de fútbol es nuestro equivalente actual a un campo de batalla
primigenio o a la cacería en grupo de un antílope de la sabana, por lo que es
normal que los jugadores demuestren tener unas capacidades físicas y mentales
muy superiores para la actuación rápida y coordinada en un espacio
amplio que contiene amigos, enemigos y objetivos que han de alcanzar”, asegura
Martín-Loeches.
Así lo demuestra un estudio realizado por investigadores del Instituto Karolinska de Estocolmo y publicado en la revista PLoS ONE en abril, que concluye: “Los futbolistas profesionales tienen más capacidades cognitivas que la media de la población. Y esta es aún mayor cuanto mayor es la categoría en la que juegan”.
Sus autores estudiaron las funciones vinculadas con el pensamiento y
razonamiento abstractos de 83 futbolistas de distintas categorías de la Liga
sueca. Entre las cosas que analizaron destacaban la anticipación visual, el
reconocimiento de patrones, el cálculo de probabilidades en una situación, la
creatividad y la toma de decisiones estratégicas. En todas estas habilidades,
los futbolistas obtuvieron mejores resultados que el común de los mortales,
pero sobre todo sobresalieron en la función cerebral ejecutiva; es decir,
aquella que implica una buena capacidad mental para solucionar problemas
inmediatos de forma creativa y llevar a cabo varias tareas a la vez, así como
la memoria precisa para recordar información almacenada en el pasado y
aplicarla en el presente.
De hecho, según André Roca, investigador del Research
Institute for Sport and Exercise Sciences de la Universidad John
Moores de Liverpool: “Estas habilidades de inteligencia en el juego son
las que dan al futbolista una ventaja para adivinar los movimientos del
contrincante y adelantarse en el juego. Y también son la clave que diferencia a
un buen jugador de una estrella. Es el caso de Messi, por ejemplo, que
tiene una capacidad extraordinaria para adivinar cuál es la mejor decisión,
gracias a su gran capacidad para leer el juego y concentrarse solo en la
información relevante”. Pero ¿con estas capacidades se nace o se tienen que
adquirir?Para saberlo, Roca ha evaluado estas habilidades, las relativas a la
anticipación y la toma de decisiones, en jugadores de fútbol con diferentes
niveles de entrenamiento durante su infancia y adolescencia.
¿El resultado? “Nuestra conclusión es que el entrenamiento
intensivo, como el de los niños que juegan al fútbol en la calle a diario entre
los 6 y los 12 años, es clave para desarrollar este tipo de inteligencia para
el juego en un futuro”, afirma Roca. Y la biografía de algunos de los
mejores jugadores del mundo, como el propio Messi, Pelé y CR7, demuestra que
esto es así.
Por otro lado, en los últimos tiempos el trabajo de los neurocientíficos
ha concluido que muchas de las decisiones que tomamos de forma inconsciente
proceden de las emociones. “El sistema cerebral que las procesa reacciona
rápidamente ante los estímulos mucho antes incluso de que seamos conscientes de
ellos. La sensación emocional resultante nos pondría en guardia inmediatamente
para actuar: huir o atacar”, termina Martín-Loeches.
A menudo, cuando hablamos de emociones se piensa que se trata de algo impulsivo que no requiere de conocimientos ni de lógica. Y esto no es así. Las emociones también pueden ser educadas y entrenadas. Y aquí es donde los psicólogos deportivos, cada vez con más presencia en el fútbol de élite, tienen mucho que aportar.
A menudo, cuando hablamos de emociones se piensa que se trata de algo impulsivo que no requiere de conocimientos ni de lógica. Y esto no es así. Las emociones también pueden ser educadas y entrenadas. Y aquí es donde los psicólogos deportivos, cada vez con más presencia en el fútbol de élite, tienen mucho que aportar.
Jugadores en el diván
Patricia Ramírez, psicóloga deportiva del Real Betis, lo explica muy
bien: “Nuestro trabajo consiste en controlar las variables psicológicas que
afectan al rendimiento deportivo. La concentración, atención, toma de
decisiones, el estilo cognitivo, el manejo de la suerte, la atribución de
responsabilidad, manejar la ansiedad competitiva, etc. Todo esto puede
incrementar o disminuir la eficacia en el terreno de juego. Tener estas
variables bajo control es tan importante como estar bien alimentado y
físicamente entrenado”.
En el caso del Betis, su intervención fue especialmente señalada como
uno de los secretos de la buena temporada que hicieron para conseguir de nuevo
el ascenso a primera. De hecho, su cara se ha hecho popular entre los
aficionados al fútbol porque los jugadores le han dedicado algunos tantos esta
temporada.
Una de las situaciones en la que parece más difícil mantener la
concentración es cuando un equipo se enfrenta a un partido decisivo, como los
que tendrá que afrontar la selección española en esta Eurocopa. Para estos
momentos, Ramírez recomienda aprender a manejar la presión: “Necesitamos saber
controlar los niveles de activación, tanto por exceso como por defecto. Cada
jugador tiene un nivel de actividad en el que es eficaz. Existen
técnicas para incrementar la activación (autoinstrucciones, dinámicas de grupo,
la misma música en un volumen alto, visualización, etc.) y otras que la
disminuyen y controlan los niveles de ansiedad, como la respiración, la
relajación y la manera de hablarnos a nosotros mismos”.
En cuanto al eterno debate sobre la inteligencia de un futbolista de
élite, Ramírez apunta: “Es poco acertado asegurar que los jugadores de fútbol
son poco inteligentes porque no tienen estudios académicos. Hay una
inteligencia para las matemáticas y otra relacionada con el talento para el
deporte. Los futbolistas la manifiestan en cómo se anticipan, cómo entienden
las reglas y el juego. Para jugar a ciertos niveles hay que tener un
talento sobrenatural, entrenarlo de forma profesional y tener la cabeza muy
bien amueblada para ser capaz de sacarle el máximo rendimiento y entender lo
que el grupo y el entrenador esperan de ti”.
Rafa Benítez, entrenador con muchos títulos en su
haber, incluida una Champions League con el Liverpool, asegura: “Para
ser un jugador de élite hay que contar con la personalidad suficiente para
desenvolverse en situaciones cambiantes, estresantes y muchas veces difíciles
de controlar. Cuanto mejor te adaptes a todas esas circunstancias, más tiempo
puedes permanecer en un gran equipo de élite”.
Si a cualquiera de nosotros nos preguntaran (lo he comprobado) por los jugadores
más inteligentes que conocemos, seguro que coincidiríamos en
citar a quienes juegan en el centro del campo, y los Xavis (Alonso y
Hernández) se llevarían la palma. ¿Por qué? “Esto se debe a que son los
encargados de analizar lo que pasa y encontrar soluciones a los problemas en
una zona con muchos rivales y muy poco espacio. Tienen jugadores del equipo
contrario a su alrededor y no saben lo que pasará, cuál será la siguiente secuencia.
Por eso, los buenos son los que tienen la capacidad de
acertar en la toma de decisiones rápidas, decididas, y eso,
lógicamente, no está al alcance de cualquier futbolista. De ahí que se
considere a algunos más valiosos en según qué tipo de misiones; aunque todas
son muy importantes, pues se trata de un juego de equipo”, aclara Benítez.
Todos a una
Antes de la final de la Europa League, Marca entrevistó al
que ha sido una de las revelaciones de la liga, el brasileño Diego Ribas,
quien afirmaba: “Cuando el resultado colectivo es bueno, los jugadores tienen
un gran rendimiento individual. Y esto es lo que ha pasado conmigo”.
Efectivamente, el fútbol no es solo la suma de buenos jugadores. En
el equipo es donde reside la inteligencia definitiva, la colectiva. Es
precisamente el entrenador el que hace las veces de su director de orquesta.
Vicente del Bosque en nuestra selección, Josep Guardiola y sus últimas
temporadas, José Mourinho y sus éxitos dentro y fuera del Madrid, y la
excelente temporada de Marcelo Bielsa en el Athletic, son algunos ejemplos de
entrenadores con excelentes resultados y formas distintas de hacer las cosas.
Según afirma el neurocientífico Antonio Damasio en el
documental Fútbol, Inteligencia colectiva: “Cada jugador
debe tener una idea de cómo funciona el conjunto, y un buen entrenador
deberá saber transmitir esta idea general para que el jugador sepa dónde
encaja, cuál es su contribución y qué relación tiene con aquellos con quienes
interactúa”.
Para Damasio, encajar en el mecanismo general es muy importante
para poder compartir también las emociones colectivas de las que, según este
neurólogo, nace la creatividad en un equipo. Solo hay que observar la
armonía y la belleza del juego de nuestra selección para saber que esto es así.
Esperamos poder disfrutar mucho tiempo de ella.
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