Mentoring, ganar la confianza con la credibilidad del
ejemplo
por María Luisa | may 9, 2015
Aunque he tenido más de 60 procesos de mentoring a lo largo
de estos 13 años, no puedo decir que he sido la mentora de las personas que han
pasado por los programas o procesos de mentoring en los que he participado.
Todo lo más que podría decir es que he utilizado el mentoring en mi forma de
trabajar con ellas, que el mentoring es mi forma de relacionarme con
las personas en las que descubro un potencial o un deseo de mejorar.
El mentoring es para mi una forma de ser, de
estar y de hacer.
No hay una disciplina científica que nos haga mentores, ni
siquiera hay una formación que nos haga mentores. En los programas de formación
de mentores y mentoras que dirijo e imparto, en realidad no formamos mentores,
preparamos a personas que desean ejercer este rol para que lo hagan lo mejor
posible, para que entiendan en que consiste ese papel, para que conozcan las
herramientas que pueden facilitarles ese desempeño. Pero antes
que la formación está la actitud necesaria para ser un buen mentor o
mentora, y saber ganarse la credibilidad del mentee.
¿Y cómo son esas personas en las que otorgamos
nuestra credibilidad? Pues son personas como las que describen Juan Mateo y
Juan Manuel Lillo en su libro “Liderar en tiempos difíciles”: personas
que dan alas, que donan sinergias, que emanan compromiso, que inoculan
responsabilidad recíproca, que regalan confianza, que esparcen credibilidad,
que gozan de enorme capacidad de arrastre, que irradian pulsión, que
contagian disponibilidad, y que vierten un arraigado sentido del deber.
Algunos quizás os preguntéis, ¿dónde existen personas con
esas cualidades? ¿cómo voy a arriesgarme a confiar mi desarrollo
profesional en alguién que quizás no va a cumplir todas estas expectativas? No
se trata de buscar seres perfectos, simplemente hay que observar el
comportamiento de quienes nos rodean, y fijarnos en esas personas que nos
ofrecen credibilidad, que nos transmiten confianza, de las que podemos aprender
y con las que podemos crecer. Y eso lo sabes en el momento en el que
estas cerca de una de ellas, transmiten una vibración especial, resuenan.
¿De cuantas personas podríamos decir que siempre están
a la altura de las circunstancias, que sabemos que podemos contar con
ellas, que no nos van a fallar? Este es el tipo de personas que nos dan
seguridad, en las que creemos y confiamos. Son esas personas que desde
que las conocemos mantienen una línea de comportamiento ante
las mismas situaciones, y por eso sabemos lo que podemos esperar de ellas.
Y lo sabemos porque nos lo ha demostrado con sus actos una y
otra vez, porque cuando dijeron que lo harían lo hicieron, porque si se
comprometen lo cumplen, porque no buscan excusas para no hacerlo,
porque cuando cometen un error nos lo hacen saber, se disculpan y no
buscan el perdón. Son esas personas que cuando no pueden o no quieren plegarse
a nuestras necesidades o peticiones nos dicen que no, en vez de decirnos que sí
para quedar bien y luego no hacerlo.
Son esas personas de las que a veces huimos o evitamos,
cuando sabemos en nuestro fuero interno que no estamos haciendo las cosas bien,
que vamos por mal camino y no queremos reconocerlo, que nos estamos engañando,
porque sabemos lo que nos va a decir y que tiene razón. O son las primeras
a las que acudimos porque sabemos que nos va a ayudar a clarificarnos, a
conectar con nuestros verdaderos propósitos, que nos va a hacer cuestionarnos,
y no nos va a dar la razón para tenernos contentos.
Son esas personas que no nos dicen lo que queremos
oir, si no lo que realmente piensan y observan, aunque eso nos disguste e
incluso nos genere rechazo. Son esas personas para las que no todo
está bien, no todo vale, y no todo es fantástico y maravilloso, porque son
personas realistas y con criterio propio. Son el tipo de persona que nos
dan confianza y a las que nosotros damos nuestra credibilidad.
Una relación de mentoring puede iniciarse de distintas
formas:
La relación de Mentoring nos impulsa a brillar
– de forma espontánea, el mentor ve unas cualidades a
desarrollar en una persona por las que merece la pena invertir su tiempo,
energía y esfuerzo, y de forma voluntaria e informal decide ayudarle a
desarrollarlas. Este fue mi caso, tuve la gran fortuna de que una de las
personas que para mí reunía las mayores cualidades de liderazgo y mentoring que
yo he visto hasta la fecha, me acogiera para guiarme, potenciarme, impulsarme y
mucho más. Esa persona fue mi mentora, Kike Gomez Haces.
– el mentee indentifica a una persona como su posible
mentor, porque le parece una persona digna de confianza, con experiencia,
honesta y con capacidad para ayudarle, y o bien la contrata como tal o se pega a
ella como una lapa para absorver toda la experiencia que pueda, los
aprendizajes, reflexiones, consejos, etc. Que también confieso fue un poco mi
caso, “lo de pegárse como una lapa.”
– dentro de un programa de mentoring formal en una
organización, en el que previamente se eligen unos mentores y unos mentees, se
forman las parejas que se estima mejor pueden funcionar para el desarrollo del
potencial del mentee.
En cualquiera de los casos, esa relación que se
inicia no tendrá futuro si el mentor no se gana la confianza de su mentee,
y si éste no cree en él, o si a lo largo de la relación el mentee detecta
incoherencias en el comportamiento de su mentor, que lo que le dice o
aconseja no lo aplica a sus propios comportamientos, no da ejemplo.
Si todo fuera tan fácil como ser empáticos, comunicarse
bien, tener experiencia, ser asertivo, o transmitir conocimientos, muchas
personas podrían ser mentores, bastaría con estudiarse el papel, ser buen
conversador, dar consejos y listo.
Pero no, hay que dar ejemplo, hay que ser
coherente, lo que digo es lo que hago, hay que contar experiencias propias en
las que se ha pasado por situaciones similares a los que atraviesa el mentee,
en las que se han tenido problemas iguales a los que plantea el mentee, y de
las que se ha aprendido, y es ese aprendizaje de la vivencia pasada lo que se
transmite al mentee. En el mentoring no hay teorias es práctica pura, dosis de
realidad personal sin aditamentos.
Un mentor tiene que tener la valentía de
reconocer todas las veces en que no lo ha hecho bien, en las que se ha
equivocado, en las que ha tenido que luchar contra sus miedos, resistencias y
bloqueos. Y tiene que contarlo con pelos y señales, sin adornos, sin rodeos, de
forma clara y directa. Como han sido eso fracasos, esas situaciones difíciles,
como los supero, que aprendió de todo ello. Y eso ni se improvisa, ni se
inventa, ni se puede tener aprendido, no son unas cuantas letras escritas en un
papel que nos hemos estudiado y que podemos recitar como si fuera una obra de
teatro.
Son historias de vida, de su vida, la
que él ha construido segundo a segundo a base de consciencia, responsabilidad, acción
y reflexión. Esa vida que esta impresa en nuestra memoria, y que es una fuente
de intuición y sabiduría.
Un proceso de mentoring puede llegar a ser agotador, se
invierte mucha energía por parte del mentor, pues en cada sesión está
vaciándose constantemente de experiencias, de vivencias propias para ayudar a
su mentee. Más allá de las sesiones, está continuamente pensando en la mejor
forma de ayudarlo, lo tiene presente siempre y está atento a cualquier
oportunidad o recurso que le pueda ser útil, a cambios en su vida que le puedan
afectar en su proceso de desarrollo.
La sensación tras cada sesión de mentoring es de
agotamiento, de vacío, y sin embargo te sientes vivo y renovado. El
mentoring viene a ser algo así como un trasplante de corazón de un cuerpo a
otro, supone el vaciado de una vida para llenar otra. Cuando tú
transmites y compartes con el mentee tu experiencia sientes que te vacias, pero
al ver que eso llena la vida de otra persona y que le ayuda a crecer y
expandirse, la sensación que tienes es de inmensa satisfacción y
plenitud, y tus energías se renuevan.
Este aprendizaje a través del ejemplo y de la experiencia es
intenso e intensivo. Para el mentor produce una gran satisfacción, sentido de
contribución y transcendencia, y para el mentee supone lograr sus metas de una
forma más óptima y más rápida. El mentee realiza el tránsito, ese pequeño viaje
desde donde está hacia donde quiere ir, en menos tiempo y con mayores
garantías de éxito, que si lo hiciera solo.
Guiar a través del ejemplo tiene un efecto transformador
muy importante. Es más fácil que alguién se movilice si ve moverse a otros,
el ejemplo es algo muy contagioso. Si estamos perdidos en un bosque y alguién
de nuestro grupo dice hay que bajar por esa cascada , pues al final está el
camino que nos lleva al terreno seguro, aunque no veamos otra alternativa
mejor, seguro que nadie se lanza a bajar la cascada. Ahora bien, si el que ha
sugerido la idea es una persona en la que confiamos y nos ofrece credibilidad,
y se desliza de forma decida por ella, el resto le seguiremos seguro.
Por eso, si un mentor va a ser nuestro guía, querremos que
sea un guía experimentado, que nos lleve por caminos que el ha recorrido ya,
que cuando nos apunte que quizas la dirección que hemos escogido no sea la más
acertada nos de argumentos y ejemplos. Querremos verle en acción, y comprobar
que lo que nos cuenta, lo que nos dice y lo que nos aconseja, es lo que el
hace, si no va a ser difícil que confiemos nuestro desarrollo en él.
Una relación de Mentoring es algo tan personal e importante
en la vida de una persona, que difícilmente puede estar construida en algo que
no sea la CREDIBILIDAD, LA CONFIANZA, LA COHERENCIA, LA HONESTIDAD Y EL
EJEMPLO.
¿Y tu has tenido algún mentor o mentor en tu vida? Cuéntame
quién es o fue, cómo era, qué ha significado para ti.
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