El volante del Madrid se examina diariamente con una
consultora futbolística.
DIEGO TORRES Madrid
elpaís.es
Lucas Silva, en el partido ante el Elche. /
Lucas Silva permanece aislado. “Protegido”, dicen,
empleando el lenguaje institucional. El Real Madrid no le permite hablar en
público, de momento. Para eso están sus representantes. Y ellos aseguran que se
trata de un muchacho estupendo. Un centrocampista obsesionado con la idea
de perfeccionarse. Un abnegado estudioso de sí mismo que cada tarde, cuando
goza de intimidad, dedica su tiempo libre a autoevaluarse. Coge el ordenador,
abre el informe que le envía la consultora Sport Networking, y examina, una a
una, todas las acciones que ha realizado en el último partido con un método
especialmente desarrollado para auxiliar a futbolistas ambiciosos. Lucas, a
decir de su entorno, lleva más de una semana estudiando cada detalle de sus
intervenciones en los partidos que jugó contra el Schalke y el Elche. Su
propósito es adaptarse a Europa saltándose el tradicional periodo de ajuste que
afecta a los brasileños.
El programa que emplea Lucas discrimina cada fundamento del
juego y lo expone clasificándolo en secuencias de vídeo. Cada partido se
disecciona en listas de vídeos recopilatorios de coberturas, de robos de balón,
de ayudas, de controles, de pases o de desmarques. El futbolista examina sus
actuaciones en función de tres elementos: situación de la pelota, situación
suya en el campo y situación de los rivales. Del cálculo de estos parámetros
deduce si la jugada ha sido óptima, mejorable o simplemente un error. La
operación acaba con un balance porcentual de aciertos y fallos. El ejercicio
tiene una vertiente lúdica. La meta es conseguir que Lucas se autocalifique y
en el camino entienda el juego. Una vez al mes realiza una conferencia con un
experto en análisis del juego a través de Skype. Es lo que los analistas
denominan “entrenamiento cognitivo”.
"Después de evaluar 60 cortes
de vídeo de tus desmarques acabas convertido en un experto del desmarque",
dice el fundador de Sport Networking.
Sport Networking es una consultora futbolística radicada en
Barcelona. Su director técnico es Albert Rudé, doctor en Ciencias de la
Actividad Física del Deporte. Jaime Fortuño, uno de los fundadores, asegura que
los futbolistas que practican este método llegan a adquirir un conocimiento
académico de cosas que antes hacían por instinto: "Después de analizar,
por ejemplo, 60 cortes de vídeo de desmarques propios y cotejarlos con 60
cortes de desmarques de otros jugadores, para compararse con los aciertos y los
fallos ajenos, la autoevaluación acaba convirtiéndote en un experto del
desmarque".
La empresa asesora a clubes en diez países, incluyendo el
Cruzeiro, donde jugó el último fichaje del Madrid. Contactaron con el
futbolista en octubre de 2013 y lo primero que hicieron es una radiografía de
su juego a partir de sus últimos cuatro partidos. Con el perfil en la mano se
plantearon prioridades. Sin alterar la técnica individual, la táctica, ni el
físico. Fortuño asegura que no puede revelar exactamente qué aspectos están
trabajando con Lucas, porque han firmado una cláusula de confidencialidad.
Añade que no se pretende interferir en la labor del entrenador. Al contrario.
"Demuestra gran inteligencia.
No hace jugadas de una calidad extraordinaria pero juega muy simple, muy
preciso, y muy rápido”, señala Ancelotti.
“Este servicio”, explica Fortuño, “se hace fuera del club,
como el alumno que acude a clases particulares de matemáticas. La cuestión es
que, por ejemplo, el jugador sepa por qué hace un buen desmarque o una buena
cobertura. Que no solo lo haga por intuición sino porque domina los conceptos.
Es decir: que utilice el metaconocimiento. Así podrá hacer buenos desmarques y
buenas coberturas con más frecuencia”.
Acostumbrado a jugar de mediocentro único en el Cruzeiro,
ahora Lucas debe aprender a maniobrar como volante en el particularísimo
sistema de 4-3-3 del Madrid. A los 22 años ha pasado de manejar todo el equipo
a ocuparse de una parcela en la derecha del mediocampo que le exige, sobre
todo, guardar las espaldas a Bale y Carvajal. Su entrenador, Carlo Ancelotti,
se resiste a intercambiar su posición con la de Kroos. “Kroos”, advierte el
técnico, “por delante de los centrales ocupa una posición muy importante, y
cambiarlo por otro que todavía no tiene costumbre de jugar con nosotros puede
ser complicado para el equipo. Lucas ha demostrado una gran inteligencia en
ataque y en defensa. No hace jugadas de una calidad extraordinaria pero juega
muy simple, muy preciso, y muy rápido en el pase del balón”.
Lucas lleva un mes autoanalizándose para adaptarse. “La gran
diferencia con Brasil”, observa Fortuño, “es que aquí el fútbol es más
posicional. Allí las transiciones ataque-defensa y viceversa son vertiginosas.
Los jugadores pierden posiciones. Aquí las transiciones son más organizadas y
permiten un mejor balance. En Europa los equipos se preparan antes de hacer la
transición, tanto para atacar como para defender. Esto resta espacios y tiempo.
En Brasil pierdes un balón y vas a presionar instintivamente. Aquí el jugador
pierde la pelota y piensa: ‘¿Debo ir a presionar o debo guardar la posición?”.
De momento, la conclusión a la que ha llegado Lucas es que
más le vale guardar la posición y asegurar los pases que ser atrevido. Porque
nadie espera que haga una genialidad y esa es la presión que se quita. La
presión que atenazó a Illarra tras su fichaje de 40 millones. La presión que él
comenzará por disolver realizando labores de fontanería al servicio de Bale.
Algo sencillo. Algo que el equipo necesita con urgencia para no partirse por el
medio.
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