Una Invitación al Viaje
Una Entrevista de Tomás Barna/
"El mar, como un espejo, con sus volados blancos
de espuma,
me besaba los pies. Yo he nacido en América y me gustan los mares."
me besaba los pies. Yo he nacido en América y me gustan los mares."
(Del cuento "La Red", de Silvina Ocampo).
"Y la nave va" (como diría Fellini). Eso: navegar.
Emprender un viaje hacia lo descocido, hacia el interior del ser, es la odisea
a la que uno presiente que se entregará al ir al encuentro de Adolfo Bioy
Casares. Mientras atravesábamos los jardines de La Recoleta, con Hernán
Isnardi, dejando atrás el legendario edificio circular del "Palais de
Glace" (ah, Cadícamo, D'Agostino y Angelito Vargas!), el corazón ya
comenzaba a ejercer su taquicardia y el delirio de la inminente travesía se
apoderaba de nosotros. Es que estábamos a dos pasos del piso de la calle
Posadas en el que se alberga ese espíritu puro, ese insólito demiurgo llamado
Bioy Casares.Ya penetramos en el ámbito del escritor. Atravesamos salas
inmensas que poseen el misterio del tiempo detenido. Y, de pronto, nos asalta
una extraña amalgama de zozobra, de fervor y de emoción que —por un instante—
nos alucina, hasta que nuestro interminable desplazamiento por los salones nos
conduce al ansiado encuentro con el maestro.Sentado, junto al escritorio, descubrimos
a un hombrecillo delgado, frágil, de mirada dulce, que nos está esperando. Tras
el saludo, de inmediato, él logra desvanecer la incertidumbre que nos
atenaceaba.Su cordialidad, su calidez, su tenue voz y sus modales tan
sencillos, nos despojan del estado de tensión en que nos hallábamos. A los
pocos segundos de haber comenzado a conversar con él, nos da la impresión de
conocernos hace muchos años. Se establece entre los tres una corriente
fraterna, un maravilloso lazo de amistad. Es el encuentro de espíritus afines!
Y ahí reside el poder de aniquilar el tiempo!
Con Adolfo Bioy Casares —caminante de los rincones más bellos de
Buenos Aires, de sus barios, sus plazas y parques y navegante de mares y
continentes— nos entregamos a un viaje iniciático, sin lugar a dudas, gracias a
la profundidad de su pensamiento y a la proyección de su riqueza espiritual.
Conversando Con Bioy Casares:
T.B.-
En un capítulo del Libro "Gog", Giovanni Papini llegó a sugerir que
resultaría más fácil, más accesible y más exacto escribir la historia
comenzando por el presente y así llegar hasta el principio de la misma.
Intentemos seguir ese procedimiento al recorrer su trayectoria literaria, Bioy
Casares. Una de la obras más recientes es de carácter epistolar y la ha titulado
"En Viaje".
¿Qué
lo motivó para escribir esas páginas, y qué significa viajar para usted?
Bioy
Casares.- Esas páginas las escribí porque tengo la costumbre de escribir todos
los días. No quiero interrumpir esa costumbre, y en este caso se trata de una literatura
epistolar que le iba contando a otras personas. Ahora estoy bastante solo en el
mundo porque no tengo ni mi hija ni mi mujer, entonces escribo diarios de
viaje. Tengo seguramente una superstición de escritor. Creo que un día que no
se escribe es un día perdido. Comprendo que es absurdo; que la gente estará
encantada en que yo pierda muchísimos días, pero tengo esa sensación y por eso
escribo siempre.
T.B.- Hablando de viaje, ¿qué opina
del "viaje interior" que más de un ser humano suele emprender?
Bioy
Casares.- La
aspiración es que el viaje exterior sea un viaje interior y se enriquezca con
las reflexiones o con lo que valga de esa persona que está escribiéndolo.
T.B.- ¿Vivir... es una aventura excitante que culmina en un
inaceptable fracaso —según piensan aquéllos que temen el final de la travesía
porque allí nos acecha la muerte— o es un don misterioso que la naturaleza o
(para la mayoría) Dios nos ha
otorgado?
Bioy Casares.- Son las dos cosas. La experiencia me ha enseñado
que mientras el hombre vive es feliz, y la vida me exalta. Yo me despierto y
veo la luz del día, y es un milagro que de nuevo tengamos un nuevo día para
vivir. A parte de eso me parece que la vida es muy dura y no me gusta nada la
idea de la muerte. Tengo bastante miedo y me gustaría vivir muchos años.
Estaría dispuesto a firmar un contrato para vivir quinientos años y lo firmaría
enseguida.
T.B.-
Entre la infinitud de temas que ha abordado en sus obras —Bioy Casares—
refulgen la MUERTE y el TIEMPO. Y estoy pensando, especialmente, en tres
creaciones suyas que fueron llevadas al cine: "EL PERJURIO DE LA
NIEVE" —con el título de "EL CRIMEN DE ORIBE"-...Bioy Casares.-
Mucho mejor título.T.B.- El suyo es más poético.
Bioy
Casares.- No. El mío es más pretencioso.
T.B.-
La palabra nieve y perjurio dan un sentido poético muy grande. Por lo menos así
lo siento.
Bioy
Casares.- Bueno, estoy muy agradecido.
T.B.-
Esa fue la primera película que dirigió Torre Nilsson, y lo hizo en
colaboración con su padre, Torre Ríos. Me pareció una versión acertada. En ella
actuaban Carlos Thomson, Roberto Escalada, María Concepción César y el actor
Raúl de Lange. Recuerdo ese filme y "LA INVENCIÓN DE MOREL" —una
sugestiva adaptación de un realizador italiano—.
Bioy
Casares.- A mí me pareció visualmente riquísima pero un poco tediosa. Un señor
Lamelas va a hacer una nueva versión con Karen Black, en Portugal. Los
productores son belgas. Yo me voy el 12 de mayo (1997) para tener una
conversación con David Lamelas, en Rotterdam.
T.B.-
Así que reaparecerá Karen Black, una actriz que me gusta mucho y estaba un
tanto olvidada.
Bioy
Casares.- A mí también me gusta mucho. Además ella ha hecho otro trabajo en
esta película. Tradujo la novela al inglés para el guión. Y tiene un buen
final. Porque la versión anterior tiene un final catastrófico, sin acción. Y no
puede existir un final cinematográfico así, sino que tiene que ser con vida.
Los personajes se convierten en seres vivos.
T.B.-
La tercera película a la que me refería era "EL SUEÑO DE LOS HEROES"
—hablando de los temas de la MUERTE y el TIEMPO—. Esta novela suya inspiró a
Sergio Renán para dirigir su película con el mismo título. entonces me gustaría
que se explayara un poco más sobre el significado que tiene para usted la
muerte.
Bioy
Casares.- La muerte... realmente no me gusta nada. Como le dije estaría
dispuesto a postergar la mía a costa de cualquier peripecia que tenga que pasar
en esta vida. Ahora, como efecto literario o en una película, puede ser eficaz.
T.B.-
Le resulta difícil asumir la idea de la muerte.
Bioy
Casares.- Me parece raro. Estoy tan ocupado con las cosas de la vida, que
pensar que haya un momento que todo cese... En fin, estoy interesado en el
futuro, y al mismo tiempo digo: "a mi edad el futuro es muy peligroso; puede
estar esperándome para darme un
mazazo".
T.B.-
Claro que están también los que adoptan la posición de que la muerte —al fin y
al cabo— forma parte de la vida; es un accidente más de nuestra existencia, como
puede ser el sueño. Pero —eso sí— uno teniendo conciencia de lo que es la vida
no puede aceptar fácilmente la muerte.
Bioy
Casares.- Por supuesto.
T.B.-
¿Y el TIEMPO? ¿Existe realmente el tiempo?
T.B.-
A mí me preocupa mucho el tema del tiempo.
Bioy Casares.- ¡A mí también!
T.B.-
Y no sé hasta donde no hemos sido nosotros los que inventamos la idea del
tiempo desde el punto de vista metafísico. Lo sentimos como si fuera una suerte
de referencia que necesitamos, pero que en realidad no existe. Lo que existe es
la ETERNIDAD. Y todo es un PRESENTE CONTINUO.
Bioy
Casares.- Claro. Es como si fuéramos en un tren. Primero tenemos llovizna,
después tenemos una lluvia muy fuerte, y después nos caen piedras... Es una
continuidad.
T.B.-
¿Cuáles son, para usted, los límites entre la REALIDAD y la APARIENCIA?
Bioy
Casares.- ¡Caramba, que preguntas tan rígidas me hace?
T.B.-
Si es que hay algún límite entre ambas.
Bioy
Casares.- ¿La apariencia será muy distinta a la realidad, o será otra forma de
la realidad?
T.B.-
Al referirse a su novela "LA INVENCIÓN DE MOREL"... Octavio Paz dijo
que "el tema no era cósmico sino metafísico" ¿qué opina usted de
esto?.
Bioy
Casares.- A Octavio lo conozco de toda la vida, y no sé muy bien que ha querido
decir con esto.
T.B.-
La SOLEDAD y el DESENCUENTRO entre los seres humanos son dos constantes de sus
novelas y de sus cuentos. ¿Por qué tenemos que vivir abrumados por esos dos
factores de desdicha?
Bioy
Casares.- Yo, entre mis libros, prefiero "DORMIR AL SOL", porque de
algún modo siento que eso me representa de un modo más auténtico, porque
"LA INVENCIÓN DE MOREL" y "EL SUEÑO DE LOS HEROES" son
bastante trágicos, y yo si bien tengo una mente pesimista... tengo un
temperamento más bien optimista y despreocupado. Esos libros, me parece, que
corresponden más a la obra mía.
T.B.-
¿Qué le impulsó a escribir esa novela cruel, en la que narra hechos muy
factibles, titulada "DIARIO DE LA GUERRA DEL CERDO" (que también fue
adaptada al cine)?
Bioy
Casares.- Lo que le puedo decir es que un día se me ocurrió escribir una novela
que se pareciera un poco a las películas cómicas que se veían antes en los
cines, precediendo a la función verdadera. Iba a tener a jóvenes atléticos
persiguiendo a viejos gordos y pesados. Iba a ser más bien cómico. Pensando en
la historia llegué a la conclusión de que podría ser también una reflexión
sobre la vida, y algo más digno que ese film cómico que yo pensaba hacer;
entonces salió este libro que creo tiene la ventaja de ser una novela —una
verdadera novela, a diferencia de otras novelas mías que son cuentos largos—. Y
veo , ahora, con cierto desagrado, que está hecho... Es un libro...
T.B.-
¡Terrible! Pero al mismo tiempo hay una vibración humana muy profunda en ese
libro, como contraste de toda esa crueldad manifestada por los personajes
jóvenes de la obra. Y ahora pasemos a una pregunta de respuesta ardua —o quizá
no tanto—: ¿Dios existe o es un ente de razón surgido de la imaginación del
hombre?
Bioy
Casares.- Para mí es un ente de razón. Me parece un monosílabo que ha tenido un
éxito extraordinario.
T.B.-
Este es un toque de humor notable. En fin, digamos que el tema de Dios es una
preocupación más.
Bioy
Casares.- Así es.
T.B.-
¿Qué es peor: la estupidez o la maldad?
Bioy
Casares.- Sin mucha convicción defenderé la estupidez. La maldad me parece
realmente horrible, y me parece también una forma de estupidez. Pienso que el
malo se engaña a sí mismo.
T.B.-
El estúpido es más inocente.
Bioy
Casares.- Claro, Es más inocente.
T.B.-
Las consecuencias de sus actos pueden ser, a veces, tan trágicas como las de
los actos cometidos por el malo.
Bioy
Casares.- Y cuando se dan ambas —la estupidez y la maldad— en un mismo ser, las
consecuencias serán espantosas.
T.B.-
Hay quienes consideraron a su obra literaria como fantástica; otros metafísica.
No faltan los que sostienen que entra en lo sobrenatural. Están los que
aseguran que es surrealista, y también aquellos que no vacilan en afirmar que,
en muchas de sus páginas, destellos románticos. ¿De qué carácter la considera
usted?
Bioy
Casares.- Yo creo que lo que entendemos nosotros por literatura fantástica
corresponde a lo que es mi obra, o si no a algo que no me gusta nada, que es la
ciencia-ficción. Cuando leo libros de ciencia-ficción generalmente me parecen
malos o no me interesan. Y tengo la melancólica convicción de que se me ocurren
historias de ciencia-ficción con bastante frecuencia.
T.B.-
Jamás se me ocurrió, leyendo su obra, pensar en que era de ciencia-ficción, a
pesar de que haya quienes pudieran asociarlo a ella. Entre su múltiple temática
—Bioy Casares— surgen, felizmente con frecuencia, el AMOR y la AMISTAD.
¡Háblenos de esas dos vibraciones humanas!
Bioy
Casares.- Sí. Creo que uno de los caracteres mejores que tenemos los argentinos
es una propensión a la amistad. Me parece que es lo que puede ayudarnos a lo
largo de la vida. Sin duda tener amigos como referencia, que uno pueda pensar
que están ahí siempre, es muy importante. Y en cuanto al amor, es una especie
de locura agradable que le toca a uno, donde uno puede tomar cualquier decisión
de la que después se arrepentirá toda la vida —o no—, pero cuando se está en
ese globo ficticio que lo rodea al amor... uno puede ser feliz tomando
cualquier decisión —como le digo—. Después puede tener consecuencias
catastróficas para la vida.
T.B.-
Pero tal vez uno de los factores importantes del amor es que se vive eso con
plenitud.
Bioy
Casares.- Desde luego. Eso compensa todo. Además, convengamos que la vida si
pasara sin amor nos parecería una vida perdida, terrible. No hay la menor duda.
T.B.-
Es vivir poco y nada.
Bioy
Casares.- Poco y nada. Claro.
T.B.-
Usted ha escrito con Silvina Ocampo la novela "LOS QUE AMAN, ODIAN",
y con Jorge Luis Borges más de una obra —con distintos seudónimos, entre ellos
el de H. BUSTOS DOMECQ.-¿Cómo fueron esas experiencias?
Bioy
Casares.- Fue muy agradable, desde luego, escribir juntos. Con Borges todo
empezó así: Mis tíos, Casares, que tenían "La Martona" que era una
lechería muy importante de acá, me encargaron —un poco como para estimularme en
la literatura, aunque parezca un tanto absurdo— un folleto sobre las virtudes
de la leche cuajada y el yogurt. Pagaban $ 16.- la página, que era bastante
dinero. Yo sabía que Borges estaba pasando momentos de estrechez económica y le
propuse que hiciéramos eso juntos. Nos fuimos a la estancia de los Bioy, que
tenían en el partido de Las Flores. La casa estaba casi destruida. Hacía muchos
años que habíamos arrendado el campo, y era una casa muy vieja, de 1837. El
único cuarto que estaba más o menos bien era el comedor, con una chimenea.
Hacía un frío tremendo. Entonces tomábamos cocoa muy espesa, y escribíamos el
folleto sobre el yogurt. Aburridos por el tema, pensábamos qué bueno sería escribir,
un día, cuentos. Entregados a eso, pasaron años, y un día —en casa de mis
padres en la Av. Quintana 174— estaba Borges y le dije: "¡Caramba, por qué
no cumplimos el deseo que teníamos entonces y escribimos algún cuento!".
Nos pusimos a escribir cuentos y nos pasó... como le puedo decir..., recibimos
la lección, porque Borges y yo —cada uno por su lado— estábamos convencidos de
que uno escribía lo que quería. Llamábamos eso: literatura deliberada. Y nos
pusimos a escribir cuentos, y no escribimos lo que queríamos sino que nos
dejamos llevar por las bromas, nos perdíamos el relato, uno le preguntaba al
otro: "¿cómo salimos ahora de esta situación, que hacemos con este
personaje?". Y pasamos de escribir cuentos relativamente legibles, como los
de "SEIS PROBLEMAS PARA DON ISIDRO PARODI", a cuentos casi ilegibles.
Después dejamos por un tiempo eso, y —conteniéndonos, con un gran esfuerzo—
escribimos "CRONICAS DE BUSTOS DOMECQ", que creo es el libro más
logrado de los que hemos escrito entre los dos.
T.B.-
¿Y con Silvina?
Bioy
Casares.- Con Silvina, nuestra costumbre era quedarnos en Mar del Plata después
de la estación de verano. Nos quedábamos hasta mayo, algo así. Hacía mucho
frío. Había muchos días de tormenta, entonces nos quedábamos en la casa mucho tiempo,
y se nos ocurrió que podíamos escribir esta historia que no sé (si ella o yo)
quién la inventó. Fue casi una cosa milagrosa, entre los dos; la escribimos con
muchísimo placer, en muy poco tiempo. Y me arrepiento siempre de no haber
insistido para hacer de nuevo otros libros con ella.
T.B.-
Además de usted, entre los escritores argentinos más relevantes incluyo a
Borges, Mallea, Arlt, Cortazar, Macedonio Fernández, Marechal y Juan Filloy. Si
no es mucho pedirle ¿podría decir dos palabras sobre cada uno de ellos?
Bioy
Casares.- Sobre Cortazar le voy a contar que estando él en Francia y yo en
Buenos Aires escribimos un cuento idéntico. Empezaba la acción en el vapor de
la Carrera —como se llamaba entonces— que salía de Buenos Aires a las 10 de la
noche y llegaba a la mañana siguiente a Montevideo. El protagonista iba al
hotel Cervantes, que casi nadie conoce. Y así, paso a paso, todo era similar,
lo que nos alegró a los dos. Realmente nos queríamos mucho con Cortazar. Hemos
sido muy muy amigos, habiéndonos visto cinco o seis veces en la vida.
T.B.-
Con él no era muy difícil hacer buenas migas, por su forma de ser, cuando él
encontraba un espíritu sensible y afín.
Bioy
Casares.- Sí. No era difícil cuando encontraba un espíritu afín, pero le puedo
decir que era bastante bravo; mucho más que yo.
T.B.-
Y ahora .. algo sobre Borges.
Bioy
Casares.- Con Borges hemos sido tan amigos que me cuesta hablar de él sin que
interfiera ese sentimiento, pero puede estar seguro que lo considero un
escritor maravilloso. Además, creo que escribió cada vez mejor. Sus poemas de
juventud, que tienen tanto éxito, nunca me gustaron y se lo decía a él; y le
digo que estaba de acuerdo conmigo.
T.B.-
En su último período de escritor su literatura era prácticamente
conversacional, de gran fluidez.(Hernán Isnardi —quién nos acompaña en este
encuentro— acota que Borges decía que "LA INVENCION DE MOREL" era una
novela perfecta, y que fue escrita cuando Bioy Casares tenía sólo 26 años).
Bioy
Casares.- Sí, él dijo: "la trama es perfecta, pero el estilo no lo
es".T.B.- Me emociona y admiro esa sinceridad, esa espontaneidad, en
usted.Bioy Casares.- No me cuesta nada, es natural.
T.B.-
En un creador de su jerarquía, de su renombre internacional, esa modestia, esa
humildad, revela una profunda pureza.
Bioy
Casares.- Muchas gracias. Hablando de Borges debo decir que era bastante pícaro
también. Cuando yo estaba escribiendo "LA INVENCIÓN DE MOREL", un
día, estábamos charlando muy despreocupadamente, y le di el libro para viera el
primer capítulo. Vi en la cara de Borges un rictus de disgusto que trató de
ocultar, y se puso a leer. Desde ese día, nunca más le di nada para leer, ni él
me dio nada suyo.Ahora, de libros que íbamos a escribir, sí, nos contábamos
siempre el argumento porque es grato. Que le cuenten a uno una historia es muy
lindo. Entonces si se me ocurría algo a mí: "mirá, ¿qué te parece, puedo
escribir algo sobre esto?" y se lo contaba a él; y él conmigo hacía lo
mismo.
T.B.-
Siguiendo el itinerario de los nombres que enuncié, pasemos a Roberto Arlt.
Bioy
Casares.- Me gusta mucho. Lo descubrí hace bastante tiempo. Fue un motivo de
desacuerdo un poco con Borges, aunque "EL JUGUETE RABIOSO" le gustaba
a él mucho. Tengo recuerdos de leerlo en el bosque de Palermo. Me gustó mucho,
siempre.
T.B.-
¿Y Leopoldo Marechal?
Bioy
Casares.- Confieso que me gusta menos. Su obra me parece un poco empacada.
T.B.-
Vayamos ahora a Macedonio Fernández y a Juan Filloy.
Bioy
Casares.- Macedonio Fernández me parece ilegible. Creo que debía ser un sabio oral,
pero que no ha dejado casi nada que se pueda leer.
T.B.-
Un tanto inaccesible quizá.
Bioy
Casares.- Inaccesible. Y Filloy me parece una persona sumamente inteligente,
pero que sus textos son un poco engorrosos. Ya le digo: estoy más seguro de la
inteligencia de Filloy, toda la vida, que de la de Macedonio. Macedonio era una
persona que veía el lado ridículo de algo y acertaba para decir una frase que
era verosímil y cómica al mismo tiempo. Pero Filloy me parece que va más
adentro. Es más sólido.
T.B.-
¿Y Eduardo Mallea?
Bioy
Casares.- Yo tenía mucha simpatía por la persona de Mallea y lo admiraba
también como hombre, por su integridad y por su inteligencia. A mí me parecía
que en é pasaba algo mágico pero malo; que esa inteligencia no le permitía escribir
—no sé por qué milagro— libros buenos. "CHAVES", de toda la obra de
Mallea, es el libro que más me gusta.T.B.- ¿Y su primer libro de cuentos? Bioy
Casares.- "CUENTOS PARA UNA INGLESA DESESPERADA". Sí, ese libro me
gusta mucho.
T.B.-
Pienso que tal vez lo que le molesta de Mallea es que su obra es sumamente
densa.
Bioy
Casares.- Sí, debe ser eso. Y —pobre— fue muy muy triste la vida de Mallea.
Mientras fue Director del suplemento de literario de "La Nación" lo
aduló todo Buenos Aires. Y, de pronto, nadie lo aduló más. Lo olvidaron. Y eso
lo entristeció mucho e los últimos años de su vida. Yo he estado con él
bastante frecuentemente. Hemos sido miembros de jurados, juntos, y pude ver la
melancolía que tenía ese hombre.
T.B.-
A través de su obra —Bioy Casares— se desprende un soplo de amor por Buenos
Aires y por el tango. ¿Qué hay de cierto en esta apreciación?
Bioy
Casares.- Sobre el tango puedo decirle que me gustan los tangos viejos:
"Entrada Prohibida", "Hotel Victoria", "La
Payanca", "El Apache Argentino", "La Morocha". Bueno,
le he dado unos cuantos; quiero decir, los de esa época. Era la Guardia Vieja.
Y... Buenos Aires, creo conocerla bastante. He caminado mucho por Buenos Aires.
He caminado por Parque Chacabuco, he caminado por Plaza Irlanda, he caminado
por el Parque Saavedra, por el Parque Lezama, por todos lados, y le he ido
tomando el gusto a una ciudad que he querido siempre. He nacido acá; es la
ciudad que más me gusta del mundo, pero a veces quiero irme de Buenos Aires
para poder cambiar.
T.B.-
¿Será verdad eso tan mentado —desde hace algunos años— de la pérdida de
identidad de los argentinos? ¡Se habla tanto de eso! ¿Qué piensa al respecto?
Bioy
Casares.- Yo creo que, por fortuna, la identidad que tenemos es más bien grata.
Lamentamos que mucha gente no corresponde a esa idea del argentino que nos
hacemos, pero siempre tiene que ser así; no somos muñecos hechos con un mismo
molde.
T.B.-
Yo pienso que no es cierto. Que la identidad no la hemos perdido. Lo que sucede
es que muchos no tienen conciencia de esa identidad.
Bioy
Casares.- Es muy probable. Me parece bien.
T.B.-
¿Llegamos al fin del VIAJE que emprendimos gracias a este encuentro, o VIAJAR
ES UNA AVENTURA SIN FINAL?
Bioy
Casares.- Sí, esperemos que sea una aventura sin final. Me gusta más así.
T.B.-
Sería hermoso, ¿no es cierto?
Bioy
Casares.- ¡Sería hermoso,claro que sí!
Abril de 1997
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