Entrevista a Ángel Cappa: “Yo no puedo jugar bien si no
tengo la pelota como tampoco puedo nadar si no hay agua”.
ENTREVISTA A ÁNGEL CAPPA | Su figura esbelta y
enjuta aparece por la puerta de una céntrica cafetería de Madrid. Pese a que
por sus venas corre sangre argentina, Ángel Cappa (Bahía Blanca, 1946) exhibe
una puntualidad más propia del Reino Unido. Es 6 de diciembre y el que fuera
uno de los rostros más influyentes del fútbol español en la década de los 90
sigue conservando ese bigote tan característico que acompaña al movimiento de
su boca cuando desayuna un café y un par de croissants mientras recuerda, ríe y
explica un fútbol que, pese a todo, no deja de apasionarle.
PREGUNTA: Empecemos con una pregunta compleja. ¿Qué es
jugar bien al fútbol para Ángel Cappa?
RESPUESTA: La pregunta indica que hay una confusión muy
grande. Es lo mismo que si te preguntan qué es ser una buena persona. Quiere
decir que el tema está jodido. ¡Ahora no se sabe lo que es ser una buena
persona! Antes nadie preguntaba qué era jugar bien: se sabía qué era jugar
bien. Pero ahora no, ahora hay que aclararlo. Yo me resisto a explicarlo.
Simplemente digo que pongan un vídeo de la
Selección
española de hace dos o tres años, antes de empezar la lógica
transición que están teniendo ahora, y eso es jugar bien. O el Barcelona de
cuando estaba
Guardiola.
Pongan eso y lo verán.
P: ¿Hablamos entonces de juego de posición, ofensivo, de
toque?
R: Insisto: yo me resisto a explicar qué es jugar bien. Como
también me resisto a explicar qué es ser una buena persona. Recuerdo que una
vez, en un congreso de entrenadores,
Óscar Tabárez habló
antes que yo y dijo que había hecho una encuesta para que la gente definiera
qué era jugar bien. Y como la gente no lo sabía explicar, él concluyó que jugar
bien era ganar. Yo, que hablé después, dije que había hecho otra encuesta
preguntando a la gente qué es una puerta. Y no fue fácil definir qué era una
puerta. Entonces, como la gente no se ponía de acuerdo en la definición, yo
concluí que no había puertas, que no existían. Con esto quiero decir que hay
cosas que uno sabe lo que son aunque no pueda definirlas. Pero si yo digo que
abran la puerta, todo el mundo sabe lo que es. Y si yo hablo de jugar bien,
todo el mundo sabe igualmente lo que es, aunque cueste definirlo.
P: ¿Cuáles son los conceptos fundamentales en el libreto
de Ángel Cappa? Cuando eras entrenador, ¿qué era imprescindible para ti?
R: Lo primero, conocer el juego, saber cómo se juega. A mí,
por ejemplo, me gusta mucho el baloncesto, pero no sé de baloncesto. Yo, si me
pongo a jugar al baloncesto, no sabría qué hacer porque no conozco el juego.
¡Hay que saber cómo se juega primero! Eso está antes de cualquier táctica. En
el juego puedes jugar con tres, con cuatro, puedes hacer lo que quieras, pero
lo primero que tienes que saber es cómo se juega. Segundo, lo más importante de
este juego sigue siendo la pelota, a pesar de ser lo más antiguo. Quiere decir
que yo no puedo jugar bien si no tengo la pelota como tampoco puedo nadar bien
si no hay agua. Tiene que haber agua como tiene que haber pelota. Después, qué
hago para defender. Puedo hacerlo más arriba, puedo hacerlo más atrás… Eso
quedará de acuerdo a las posibilidades de mi equipo, pero la pelota es sagrada.
Y después está el cómo se tiene la pelota. Una cosa es tener la pelota y otra
es saber usarla, porque si yo tengo un millón de euros y me compro un saco de
caramelos, pues sigo siendo pobre aunque tenga muchos caramelos. ¿Qué quiere
decir esto? ¿Que no hay tener un millón de euros? ¡Sí, hay que tenerlo! Pero
hay que saber usarlo, y la pelota también. Número uno: tenerla y después usarla
bien. Eso para empezar. Después la historia será como sea.
P: Guardiola,
por ejemplo, dice que él odia el ‘tiki-taka’, el tener la pelota
por tenerla, que si no hay una intencionalidad no sirve de nada…
R: Claro. Yo he parado muchos entrenamientos porque el
jugador se acomoda a la facilidad de dársela a un compañero. Y una cosa es
dársela a un compañero y otra cosa es dársela a un compañero por ser perezoso.
Yo he parado entrenamientos diciendo: “Bueno, a ver, ¿para qué estamos
teniendo la pelota?”. ¿Para nada? Eso no sirve, tenemos la pelota para
fabricar un espacio, porque hay mucha gente que habla y dice que en el fútbol
moderno no hay espacios. El fútbol consiste en fabricar esos espacios, porque
para eso tengo la pelota, para distraer, y entonces tengo que saber que el pase
es lo más importante del juego. El pase tiene que ser fuerte. El pase y el
control son fundamentales para jugar bien al fútbol, porque si yo se la doy al
lateral derecho y la pelota tarda lo suficiente como para que el equipo
contrario se rearme, ese pase no sirve para nada. Tiene que ser fuerte, rápido.
La pelota tiene que correr más que el jugador. Si el jugador corre más que la pelota,
estamos jugando mal.
P: ¿Cómo fue acompañar a Menotti y a Valdano en dos
gigantes como son Barça y Real Madrid? ¿Fue fácil desarrollar vuestras ideas en
clubes que están siempre tan exigidos por ganar desde el primer momento?
R: En el Barcelona simplemente iba a ver a los rivales y
creo que sólo dos o tres veces me metí también en el entrenamiento. Ahí
simplemente estaba aprendiendo. Iba al entrenamiento a mirar cómo se entrenaba,
pero mi función era observar a los rivales. Con Valdano fui compañero de viaje.
Fuimos una dupla. Él no tenía experiencia y yo no tenía nombre. Y, ante la
falta de experiencia de él y la falta de nombre mía, hicimos una dupla. Son
cosas diferentes una y otra.
P: En el caso del Madrid, entonces, ¿cómo fue esa llegada
a un equipo que llevaba cinco años sometido al Barça del ‘Dream Team’ y
que estaba tan exigido a ganar? ¿Fue sencillo implantar vuestro estilo?
R: Muy fácil. El estilo parte siempre de los jugadores. Hay
una idea y hay jugadores. Si tú tienes una idea y no tienes jugadores, no
puedes ganar un campeonato. Y si tú tienes jugadores y no tienes una idea, como
le pasa al
Real
Madrid desde hace bastante tiempo, sí puedes ganar. Porque los
jugadores son los protagonistas principales. En el Madrid nosotros teníamos
jugadores y teníamos una idea, así que fue fácil. La clave está en hacer un
funcionamiento acorde a lo que uno quiere hacer, porque tiene que haber un
orden. Pero como en la sociedad, hay un orden para reprimir o hay un orden para
despertar. Somos once y tiene que haber un orden. ¿Para qué? Para jugar, y hay
órdenes que se hacen para no jugar, para impedir que el rival juegue. Nosotros
hicimos un orden para jugar. Como había jugadores apropiados no fue nada
difícil.
P: ¿No os encontrasteis un equipo deprimido ni
acomplejado?
R: No, para nada. Esto es igual que si tienes a un pájaro
mucho tiempo en una jaula. Cuando abres esa jaula el pájaro está feliz, sale y
va para un lado o para el otro. Cuando a un jugador le incitas a jugar, dicho
jugador está feliz. Salvo aquél que no tiene alas. Si no tiene alas y le dices
que vuele, el tipo se pone mal, le amargas la vida. Pero si tiene alas no hay
ningún problema.
P: ¿Cómo es trabajar con un hombre con una personalidad
tan marcada y con un aura de divinidad como es Menotti?
R: Menotti es mi amigo, mi amigo íntimo. Lo de la divinidad
y todas esas historias son una cuestión periodística, pero no es real. Menotti
es un señor de barrio que a través del fútbol llegó a ser popular. Además, yo
con Menotti aprendí, tuve la suerte de dar con alguien como él con el que
siempre estaba aprendiendo. Y sigo todavía aprendiendo.
P: A Menotti también le acompañaste en el Mundial de
1982. ¿Qué aprendiste allí?
R: Aprendí de los rivales. Por suerte, me tocó enfrentarme a
Brasil y disfruté como un loco. Ese equipo de Brasil era una maravilla. El
Brasil de
Telê Santana. Con Toninho Cerezo, Sócrates, Zico y
Falcão. Era hermoso y un placer verles. De delantero tenían a Éder
porque
Careca se
lesionó.
P: Del Menotti entrenador, ¿qué es lo que destacarías con
más profundidad?
R: Su capacidad y su velocidad de análisis. Tiene una
capacidad enorme de analizar a un equipo o a un jugador tácticamente de manera
inmediata. La claridad que tiene en los descansos para transmitir al jugador,
lo que vio y cómo corregir o afirmar lo que está haciendo. Su permanente
investigación acerca de lo que es este juego y lo que significa. Para mí,
Menotti, junto con Rinus Michels, son los dos entrenadores más
importantes en la historia reciente del fútbol. Rinus Michels por la táctica y
la búsqueda de los espacios y Menotti por los conceptos. Es como si hubiera
puesto al fútbol en una camilla y hubiera hecho los que estudian medicina,
empezar a ver sus partes a través de una disección.
P: ¿Crees que la figura de Valdano como entrenador está
infravalorada?
R: Valdano no fue entrenador nunca. No tuvo vocación de
entrenador. Fue entrenador, pero quiero decir que no se sintió nunca
entrenador. Él mismo lo dijo, por eso me animo a decirlo ahora.
Valdano es
un tipo muy inteligente. Tiene una inteligencia superior a la media y es capaz
de adaptarse a cualquier oficio dentro del fútbol, pero para ser entrenador no
alcanza con ser inteligente o conocer el fútbol: hay que tener vocación y esa
característica él no la tuvo nunca. Por eso él nunca se sintió entrenador. En
cuanto pudo lo dejó.
P: ¿Se puede decir, entonces, que eras tú más entrenador
él? ¿Que tomabas más decisiones?
R: No, no, estábamos los dos. Éramos los dos los
entrenadores. Yo digo que él era muy inteligente, capaz de hacer eso y de hacer
otras cosas. Fue un jugador importantísimo siendo un delantero muy limitado en
sus comienzos. A partir de la inteligencia fue progresando como jugador y
terminó siendo uno de los goleadores más importantes de la Selección argentina,
fue campeón del Mundo y fichó por el Real Madrid.
P: Y marcó en la final del Azteca…
R: Claro, y eso lo hizo porque es una persona muy
inteligente. También cuando trabajó de entrenador él se adaptó gracias a su
inteligencia, pero no por vocación. Él no tenía esa vocación, no le gustaba o
no disfrutaba de entrenar y de todo ese tipo de cosas que significan ‘meterse
en el barro’. Cualquier idiota te dice cosas si pierdes y todo eso a él le
molestaba mucho porque no tenía esa vocación. Eso sí, entre los dos lo
pasábamos muy bien y disfrutábamos mucho.
P: ¿Tanto en Tenerife como en Madrid?
R: Tanto en Tenerife como en Madrid, sí. Disfrutábamos
muchísimo, nos reíamos mucho.
P: Tus detractores dicen que nunca has sido capaz de
ganar nada a pesar de que estuviste a punto de salir campeón con Huracán.
¿Duele que no se mire más allá del resultado?
R: Yo no puedo contestar a los detractores. Por ejemplo, por
más que Manuela Carmena haga, Esperanza Aguirre va a decir que está mal. Y
Carmena no trata de satisfacer a Esperanza Aguirre. A mí los detractores me dan
igual lo que digan, son problemas que los vas a tener siempre. Por lo tanto no
les contesto nunca.
P: ¿Y en cuanto a ese resultadismo que tanto impera en el
fútbol de hoy?
R: Mira, sí he ganado cosas como entrenador. Pero, como
todos los entrenadores, cuando uno tiene una trayectoria larga generalmente
pierde mucho más de lo que gana.
Bielsa dijo que
los entrenadores somos administradores de la derrota, y es verdad. Bielsa ha
perdido mucho más de lo que ganó. Bilardo ha perdido muchísimo más de lo que
ganó y, sin embargo, está considerado como un ganador. Son cosas que no se
pueden modificar. El otro día Diego Latorre dijo algo que ya sabía: Menotti en
su vida ganó seis títulos y
Bilardo
dos, pero Bilardo está considerado un ganador y Menotti no. Y eso no se
modifica de ninguna manera. Está así y punto. A los que somos
‘menottistas’ no
nos interesa quién la tiene más larga, nos gusta el
‘menottismo’, y
a los que son
‘bilardistas’ les pasa exactamente lo mismo, es
decir, les gusta el
‘bilardismo’. Ahora, hay una cosa que sí que es
verdad: cuando los resultadistas pierden se aferran al merecimiento.
Durante el Mundial de Italia, cuando a Brasil la elimina
Argentina con el gol de Caniggia, Sebastião Lazaroni, que era el entrenador
brasileño, decía en la conferencia de prensa algo así como que
‘No me
vengan con mala cara, que acá ganamos tantos partidos, en tantos minutos’.
Pero perdió con Argentina, mereciendo ganar. Entonces dijo que, efectivamente,
habían merecido ganar. Y tenía razón. Pero él, que se aferraba solamente al
marcador, resulta que entonces se aferró a los merecimientos. Como dijo
Kipling, el triunfo y la derrota son dos impostores. Tú tienes que hacer lo que
tienes que hacer, defender lo que tienes que defender y a veces ganar y a veces
perder. Con mi manera de ver el fútbol unas veces me fue bien y otras me fue
mal. Y tenía el mismo discurso, la misma manera, el mismo diálogo. Porque
finalmente es un juego y nadie te garantiza el triunfo como tampoco la derrota.
Cuando el
Atlético
de Madrid perdió con el Real Madrid la Copa de Europa de
Lisboa
Simeone dijo:
“Hoy
aprendí que no todo es ganar”. Después se olvidó, ya que cuando perdió la
segunda dijo que
“ser segundo no sirve para nada”. Lo importante es
en qué momento dijo eso, porque tenía razón. Se abonó por un ratito a esa
manera de entender, no solamente el fútbol, sino también la vida.
Me voy a referir a una relación con una mujer. Tú eres el
mismo y, sin embargo, te va mal con una y te va bien con la otra. Y en el
fútbol también. A mí me interesa el resultado, ojo. Claro que me gusta ganar.
Sin embargo, con
Huracán nos roban el último partido, en el
cual perdimos alevosamente, en un fútbol tramposo y corrupto como es el fútbol
argentino. Los detractores dicen que no gané nada, pero no tienen razón. Aunque
hubiéramos perdido bien, legalmente, disfrutamos durante muchos partidos porque
jugábamos bien y porque la gente estaba feliz. El último momento no es
solamente el que define todo, el
‘mientras tanto’ también
vale. Como en la vida, ¿no? No vas a estar esperando a jubilarte, sino que cada
día es un día hermoso para disfrutar. En el fútbol es igual. Muchos periodistas
me han dicho que es mejor ganar que perder. Me acuerdo de una vez que le
ganamos a
San
Lorenzoestando yo en Huracán. Ganamos el Clásico 1-0. Yo dije que
estaba contento por el triunfo, pero que no me había gustado cómo habíamos
jugado. Y entonces un periodista me dijo:
“Ah, ¿pero a usted también le
gusta ganar?”. Claro que me gusta ganar. ¿Qué quieres? ¿Que me guste
perder? Ahora, ¿qué es lo que tengo que hacer para ganar? ¿Tirar la pelota a la
tribuna? Entonces no. No solamente lo digo yo, y los
‘menottistas’. También
lo dijo en su día
Xavi
Hernández:
“A mí me duele más fallar un pase que fallar un
gol”, queriendo decir que le da más valor al juego que al resultado.
E
Iniesta piensa
exactamente igual. No es que lo diga yo, que soy un perdedor, un romántico,
sino que también lo dicen estos tipos que ganaron más de lo que perdieron.
P: ¿Qué es lo que pasa para que un día te canses de
entrenar?
R: Tener muchos años, y eso es algo inevitable en la vida.
Ya no tengo el entusiasmo ni la voluntad que hay que tener para ejercer una
tarea tan complicada como ésta. Hay que tener mucho entusiasmo para superar las
piedras en el camino. La vida te va marcando y el tiempo es implacable y no se
detiene. Es jodido admitirlo, pero es así. Los años pesan.
P: ¿Quién ha sido la figura que más te ha marcado como
técnico?
R: Menotti. Pero antes de Menotti hubo muchos
jugadores que jugaban bien. El club de mi barrio, que estaba en Primera
división, el Bahía Blanca, tenía muchos jugadores que jugaban bien. El Huracán
del 73 que dirigía Menotti…Yo siempre admiraba a los grandes jugadores, a los
buenos, y lo que me propuse siendo entrenador fue ser fiel a eso, a esa gente
que me emocionó de niño y que me enseñó. A veces gané, a veces perdí, pero
nunca fui infiel a ese propósito, y eso me deja tranquilo. Aun en los momentos
más difíciles, en los que me he jugado el puesto, nunca he dejado de ser fiel a
eso. Y me ha costado alguna vez el puesto, pero mi tranquilidad es haber sido
fiel a todo eso.
P: Hablando de futbolistas, ¿tuviste algún ídolo cuando
eras jugador?
R: Sí, cuando era niño. Ernesto Grillo, que
jugaba en una delantera mítica de Argentina: Micheli, Cecconato, Lacasia,
Grillo y Cruz. Jugaban en Independiente y nunca fueron campeones, pero fueron
una delantera mítica, de las muchas que hubo. Grillo fue el primero que le hizo
un gol a los ingleses, en el ‘Día del Fútbol’, en el año 1953.
Inglaterra jugaba en Buenos Aires, Grillo empató —Argentina perdía 0-1— y
después se ganaría por 3-1. Yo ponía un póster de Grillo en el ropero, abría la
puerta, levantaba un poquito la persiana y me dormía mirando a él. Después
trabaje con él en la cantera de Boca. Yo hablé con él mucho. Bueno, le
pregunté. Nunca le discutía, me daba vergüenza.
P: ¿Y el mejor jugador al que hayas entrenado?
R: Hay muchos. No sabría quedarme con uno, es imposible.
Citaría a
Redondo, Diego Latorre,
‘Matute’ Morales,
Fernando
Hierro, Sanchís,
Raúl,
Pastore, Capria… Muchísimos. Todos me enseñaron.
P: Es lógico pensar que el Cappa entrenador se va
forjando en su carrera en Olimpo. ¿A quién se parecía ese volante central?
R: Voy a contestar como le contesté a un jugador que me
preguntó. Siempre me preguntaban cómo jugaba y yo decía que muy bien. Era un
jugador que tenía limitaciones técnicas en cuanto a la pegada de la pelota. Yo
manejaba más o menos bien la pelota, era un buen jugador desde mi punto de
vista, en cuanto al nivel en el que jugaba. Estaba en la selección de Bahía
Blanca y era un buen jugador para ese nivel. Cuando venían equipos de Buenos
Aires, de media tabla, jugaba a ese nivel. Pero llegaban Boca o River me daba
cuenta de que a ese nivel no llegaba. Me daba cuenta jugando. Pero yo siempre
contesto: “¿Viste jugar a Redondo? Pues nada que ver” (risas).